sábado, 10 de noviembre de 2012

XXX

-¿Fue entonces cuando la mató? –pregunto el inspector.
-No, no, yo no la maté, yo la amaba –me defendí- fue la única mujer que amé. Y por favor déjeme seguir con mi relato.
-Continúe pues.
-Ella, había comprado calamares, vieiras y gambas para preparar Chow Mein pues íbamos a ver Visitor Q en el canal digital y yo me reí diciendo que la comida china no era adecuada para una película japonesa, su semblante palideció y se disculpó pero se animó cuando le dije que con los calamares podíamos hacer Ikameshi y que las vieras y las gambas las saltearíamos con salsa Miso. ¿Nos dará tiempo cielo mío? Me preguntó y yo asentí diciendo que deberíamos darnos prisa antes de que empiece la extraña película japonesa. Un instante antes de que comenzara la película nos arrodillamos ante la mesa tradicional japonesa y nos dispusimos a cenar. Ay cielo mío, no cocinas los calamares, los moldeas. Yo agradecí sus parabienes y nos pasábamos la comida con la boca. El gran director de cine Miike se sentiría orgulloso de tu salsa Miso cielo mío y me apretaba los testículos con fuerza mientras con su boca me daba a comer una viera. El dolor insoportable y el placer de su boca y la viera me preparaban para la eyaculación. Concentrado en la película evitaba el flujo y con ambas manos estrangulaba su delicado cuello mientras besaba su lengua, aflojé un poco la presión y alcanzo a gemir: sigue, sigue, aprieta más y más y ella retorcía mi escroto en un festín de sensaciones y placer.
-Eso explica los hematomas en el cuello –interrumpió el inspector.
-No interrumpa –grité y continué
- Ella siempre quería buscar el límite y apretaba mis testículos cada vez más toda vez que mi erección se intensificaba. Entonces cogió uno de los palillos y me pidió que se lo hincará contra la nuca mientras la estrangulaba. Mientras lo hacía recordé que el Viernes pasado mientras veíamos M (El Vampiro de Düsseldorf) cenando mejillones al estilo Renano y asado Sauerbraten me pidió lo mismo y después estuvo varios días melancólica. Le pregunté que le pasaba y me dijo que no le había apretado mucho con el palillo y que quizá ya no la quería. Así que hoy me dispuse a apretar más fuerte pero ella me quitó el palillo y lo puso perpendicular contra el suelo y tumbada de espaldas apoyo su nuca contra el palillo y me dijo que la penetrara. Así lo hice y sentía su dolor en la nuca con cada acometida entonces susurró que la estrangulara y cuando el palillo atravesó su nuca sentí su orgasmo y el mío y sus ojos abiertos me daban las gracias pues ya estaba muerta.
-Por eso inspector yo no la maté, fue un acto de amor.


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