martes, 26 de junio de 2012

Perfecto manso.


jachuspa dijo:
Buenos días, señoras y senores: Hace unos días falleció Perfecto Manso; era un hombre singular y posiblemente un visionario. Taurófilo convencido, de niño, durante la República, su padre le llevaba a la Monumental de Barcelona para que se empapara de la belleza del toreo; lo que más le gustaba era el pasodoble con que se iniciaba el festejo: “Maciá, tu eres el más Ghandi”, que cantaba con verdadero deleite. Había triunfado en la vida desarrollando una inteligencia poco común. Afirmaba, que el éxito le había llegado gracias a haberse alojado en la habitación de una pensión, por las Ventas del Espíritu Santo, donde se decía estuvo Buffalo Bill buscando inspiración.
Se hizo millonario con la llegada de la democracia. Durante las primeras legislaturas se dedicó a vender a las puertas del Congreso y del Senado, un jarabe que facilitaba la salida de los dientes y corregía, sin ortodoncia ni brackets, los colmillos retorcidos. La bondad del producto y el boca a boca –nunca mejor dicho- de diputados y senadores hicieron el resto. Pese a ello, nunca cambió sus hábitos y vivía en una casa de protección oficial en La Moraleja, vigilada por la Guardia Civil.
Sus comienzos no fueron fáciles; allá en su pueblo había fundado una auto-escuela para arrieros, que logró algún éxito al colocar a parte de sus alumnos en los burro-taxis de Mijas. Posteriormente se dedicó, en sus horas de asueto, a la cría de aves de corral en una habitación de su domicilio. Fue el introductor y pionero de la cría de gallinas camperas en España; furibundo de los hábitos sanos, cuando llegaba la primavera las sacaba al balcón para que cambiaran de aires, salvo a las alérgicas, y las regresaba con los primeros fríos.
Los últimos días de su vida los vivió entristecido por los acontecimientos de su patria; hablaba sólo e iba gritando por toda la casa, como un poseso: ¡ que intervengan el banco azul, que intervengan el banco azul!.


lunes, 25 de junio de 2012

Ludibrio.


eltumbaollas dijo:
Buenas tardes señora y señores
Allá por los años de la primera República un tal Camba, al que llamaban don Julio, escribía sobre el cordero del Savoy londinense donde nunca me lié a copas con Alvite ni probé el Joint of Mutton pero sí metí mano a una camarera de Gales a la que se le desbordaban las carnes.
¿Vaca o buey? me preguntaba la sonrosada y yo le respondía en español : tus tetas , y ella me traía lo que quería y la bill.
En mis varios pueblos he visto muchos cambios de sexo vacunos, todos post-morten. Muchas vacas que morían de viejas o de mala leche se transformaban en bueyes. Lo chocante es que en la época en la que yo comía en el Savoy con Camba la transexualidad era inversa y los bueyes se transformaban en vacas y los toros en vacas pasando por buey; un follón que ni el Lily de la China, el amigo del gran Rorschach, entendería.
Los que las han contado, que supongo que es gente que no tiene cuadrilla, dicen que Cervantes usó ocho mil palabras, yo me manejo con doscientas una. Doscientas que sabía y ludibrio que escribe a veces el Patrón y cualquier día la uso. Aprendí otra: pretridentino pero no la cuento porque no sé dónde encajarla y en el bar dónde imparto cátedra no me pagarían verdejos ni soleras si hablo así.
Cervantes, que no era de Bilbao, decía: “de la mar el mero y de la tierra el carnero”. Ahora decimos el cordero, más pedófilo o peor.
Lo que más nos iba antes de entrar en el euro y quedarnos sin un euro era el cerdo pero lo traicionamos. Nos creímos ricos y después de las alubias pedíamos chuleta de vaca, aunque la llamaban buey y asistíamos al crimen de que nos trajeran la cocina a la mesa en forma de cacharro con brasas. A mí nunca me ha gustado comer con el servicio y tenía que pagar dinerales para compartir chuleta de vaca con el hornillo en la mesa. De la fondí no voy a hablar que hago un ludibrio pretridentino. Bueno, sólo un poco, abrieron en Bilbao por la zona del Juzgado un restaurante de fondí y allí fuimos a chupar de la perola que era lo moderno. Lo llaman “para compartir” pero es chupar y es más viejo que el Simca 1000.


domingo, 24 de junio de 2012

Valentín.


jachuspa dijo:
Patrón: permiso para subir a bordo.
Buenos días a todos ustedes. Tras unos días alejado del mundanal ruido y de todo atisbo de civilización, paso a ponerme al día del panorama. Les dejo con esta chorrada.
Recuerdo perfectamente el día en que conocí a Valentín. Yo salía de una peluquería que había en la Plaza del Buen Pastor de San Sebastián, (Iñaki creo que se llamaba). Había acudido a ese lugar porque en esos momentos yo era un aprendiz de tontolaba –para el máster tuve que esperar algún tiempo más- y quería cortarme por primera vez el pelo a navaja. Era una estupidez porque, de qué coño sirve un corte de pelo a navaja en un tipo con el pelo rizado; en fin cosas de la edad y de la moda de los blouson noirs, que aunque ya tenían unos años en Francia, aquí los acababa yo de conocer hacía muy poco en un “Salut les Copains” que el Consulado de Francia acaba de tirar a la basura, por caducado.
En aquella peluquería el corte era doble; me explico: primero te cortaban el pelo y luego la respiración a la hora de pagar. Tuve que rebuscar por toda mi anatomía para encontrar el dinero que me faltaba; por poco más dabas la entrada para un piso en Añorga-Txiki.
Recuperado del primer susto, apareció Valentín. Era un día nublado y con sirimiri, lo que añadido a la tardía hora, parecía casi de noche; su imagen me pareció semejante a uno de los protagonistas de la película Gorilas en la niebla. Al principio creí que se había cumplido ese tópico que circulaba por billares y boleras y que hacía referencia a que dos celtas en ayunas colocaban como un trippi. No podía ser cierto, aquello era mucho más cruel. Iba vestido con un sira, esos impermeables azules sin forro y una gorra a juego. Los siras, creo que se decía así, eran la versión proletaria de las gabardinas Burberrys; los anunciaba en televisión un tal Topo Giggio una ratita italiana, precursora de Torrebruno, para la marca Piuma D´oro. Las gabardinas y chaquetas Burberrys siempre fueron objeto de mi deseo; las vendían en Derby una tienda de la Avenida. Con estas prendas me pasaba, curiosamente, lo mismo que con los traseros de las mujeres: cuando veía un culo que me gustaba no lo soltaba hasta que veía otro mejor. Así, estuve estrenando virtualmente prendas de Derby durante años, eso sí, en cuanto llegaba la nueva temporada cambiaba de gabardina y de chaqueta. Todo esto duró hasta que se casó mi hermana y compré, por fin, una chaqueta en ese establecimiento. Casi cuarenta años después, la tengo colgada de un perchero, con la etiqueta hacia fuera, para que se enteren las visitas del poderío que hay en mi casa.
Valentín vivía en una habitación con derecho a cocina, en un piso del barrio de Roteta; cuando hicimos amistad me dijo, que no era con derecho a cocina, sino con derecho a escándalo, debido a las desavenencias conyugales del matrimonio h, en general, del edificio. Físicamente era un híbrido entre el Naranjito y el cantante de Mungo Jerry: del naranjito tenía el aparato locomotor, que permanentemente señalaba las dos menos diez. Era pies planos. Remedaba del cantante una enorme cabeza y unas patillas muy poco afectadas por la sequía. Era tan grande su cabeza, que un día el maestro de la escuela le dijo que, si hubiera sido un globo terráqueo, la Tierra tendría 3 ó 4 continentes más.
No nos engañemos, era feo de cojones. Era tan feo, que las mujeres del barrio, que lo conocían de diario, cuando sus hijos les preguntaban cómo era el coco o el sacamantecas, invariablemente describían a Valentín de una manera tan gráfica, que cuando éste paseaba por las calles del barrio, los niños salían escopetados al colo de sus madres. Pobre Valentín, en cuanto se descuidaba, hasta los perros le meaban en el pantalón.
Valentín era segoviano y un maketo avant la lettre, como pronto descubriría. Había llegado a San Sebastián atraído por la posibilidad de mejorar personal, social y económicamente. Carecía de una gran formación, pero pronto descubrió que los donostiarras sabían menos geografía que él. Cuando paseaba por la calle muchos le llamaban “cacereño” o “coreano”; incluso, sin pudor, le cantaban esta canción: “pantalón de pana/petacho en el culo/cacereño seguro”. Y dale, decía él, sin llegar a entenderlo.
Además de feo, era putero; era de esos hombres que llevaba a las últimas consecuencias el refrán: “sábado, sabadete, camisa nueva y polvete”. Esto último estuvo a punto de costarle un disgusto. Al poco de llegar encontró trabajo en la construcción y cuando fue a firmar el contrato, su mala formación y una hipermetropía latente le jugaron una mala pasada; cuando terminó de leerlo, se dirigió al encargado diciéndole que él renunciaba a las 2 pajas extraordinarias que le ofrecía la empresa en el contrato, a cambio de una financiación, digamos 70/30 del polvete del sábado, como beneficio social. No llegaron a ningún acuerdo, pero no por ello abdicó en la materialización del refrán. Me contaba que, la primera vez que fue en San Sebastián a una casa de putas, acabó en comisaría, detenido por la brigada antivicio, o como se llamara entonces. Sucedió que aterrizó en un putiferio llamado Edaska, en la calle Perujuancho; cuando preguntó el precio de los servicios, aquello le pareció un escándalo. No se marchó del local, pero a la media hora lo expulsaron, porque lo encontraron magreando a la gata de angora de la madame.


jueves, 21 de junio de 2012

Soy más de bragas...


eltumbaollas dijo:
Soy más de bragas que de coños, salí de uno llorando y lloro por entrar en alguno. No hablo mucho de la Mari, la guardo para mí. Es aldeana y arratiana, no se puede empezar peor, yo la perdono porque tiene las tetas gordas y cuando me da un beso me meo. Una vez eyaculé que no sé lo que significa pero para disimular hago macarrones con tomate y compro pan en el bar.

miércoles, 20 de junio de 2012

La agonía de ETA


eltumbaollas dijo:
Nunca supe entender qué es la amistad por eso ando solitario y refunfuñón. Nunca me comprendí. Mi psicóloga, que está jamona y huele bien me recomienda un perro; no me ve preparado para la amistad. Anoche, al llegar a casa, la Mari (que Dios la Bendiga) me puso unos pimientos verdes de la huerta de su padre y media barra de pan de Matiena. Con la boca llena y la barbilla chorreando aceite le conté lo del Ercilla: que besé a Neo, que abracé a Rubín, que Belosti sonríe como nadie, que al Patrón no se le puede invitar a una boda que te chulea a la novia el muy… y contando batallitas leí lo del Parmenio. No lo lean, no vale la pena, total lo explica todo y además se le entiende. Si un día le veo por la calle le tiro una piedra o le suelto al perro que no tengo. Me cae mal el Parmenio. Es lo que hay que hacer con los que nos iluminan, matarlos como al padre. Ahora, que ya todo el blog sabe que yo no debería estar aquí que no estoy a la altura me voy a sincerar. Soy envidioso como corresponde a un advenedizo y si hay una oportunidad de hacer el ridículo, allí estoy. No volveré a leer nunca las entradas de Parmenio, que se joda y además igual aprendo algo y no me va.
El Ercilla estaba abarrotado pero había ausencias. Eché de menos a MissCat, una de mis debilidades, seguro que ese marido que tiene no le dejó ir a Bilbao. Menudo es ese todo el día hablando de autores que nadie conoce y de cine raro, yo que soy de Torrente y lector infatigable de Almudena (las tiene) Grandes me siento incómodo con don Lindo. También añoré a doña Catalina, que por si no lo saben ya se lo digo yo, es una de las mujeres más hermosas que he conocido. Una sonrisa de Catalina y te baja la prima de riesgo y el desánimo.
Señoras,señores buenos días.
Don Parmenio, ya le he perdonado.

martes, 12 de junio de 2012

Roland Garros.


eltumbaollas dijo:
Buenos días.
Recibí una llamada de Zarzuela, estaban intranquilos, desolados, diría, ningún miembro ni miembra de la Familia Real podían asistir a la coronación de Nadal VII* y acudieron a mí que no soy de la Familia pero tengo ese saber estar para representar a la Familia en el regio evento.
Me duche, aunque aun no me tocaba, y con camisa planchada y gayumbo limpio arranqué mi R-5 Copa Turbo y me dirigí alegre y combativo a mi cometido diplomático. El domingo cuando empezó a llover en la Porte d’Auteuil y la terre battue devino en barrizal decidí ir al chiringuito VIP y deleitarme con una botella de espumoso de no sé qué viuda. Allí, la jai del chiringuito uniformada, pero poco, de Veuve Clicqot (que debe ser la Viuda) me contó que Roland Garros fue un célebre aviador fallecido en combate en la Gran Guerra y el primero en atravesar volando el Mediterráneo, luego se lamentó de que durante la II Guerra aquellas pistas fueron un campo de concentración y que cuando la locura acabó los judíos que eran unos guarros lo dejaron todo perdido. Y yo en mi condición de Caballero Español y Remero de la Argos me apliqué a su consuelo.
El lunes, resacoso y sin afeitar me presenté de nuevo en el Stade para lo de Nadal. Saludé desde abajo a Gasol y al bajar la vista le vi, allí estaba, comiendo pipas, Gorpua. Nos saludamos con cariño argonáutico y aunque lo estaba poniendo todo hecho un asco con las pipas no dije nada por respeto a los Ondulados. Cuando la cosa acabó me buscó en el chiringuito VIP y me pidió volver a Bilbao juntos y como yo había estado con un tal Pastis decidió conducir él mi R-5 Copa.
Ya de vuelta la bordamos en Bordó, que es como pronuncian allí Burdeos, pues al entrar en un bistro en busca de un refrigerio, en una esquinita, solo en una mesita, estaba el Conde Belisario repartiendo pepitas de oro entre los niños. Nos costó pero al final conseguimos que volviera con nosotros y los tres cruzamos la muga. Al pasar el puente el Conde ordenó parar el coche, descendió y de rodillas beso el suelo patrio. Yo lloré y Gorpua siguió comiendo pipas y manchando el coche con altanería de Ondulado.
*Nadal VII tiene autoría y derechos pero no la recuerdo (maldito pastis)



viernes, 8 de junio de 2012

General Castaños.


eltumbaollas dijo:
Contaba don Benito que el General Castaños, héroe de Bailén, se presentó ante Fernando VII con un pantalón de esos blancos, marca-paquete de regalo, ya saben, tipo Napoleón y el monarca felón, extrañado, le dijo: “¿Qué extravagancia es esta de presentarte en Aranjuez en Febrero con esos pantalones de lino que parecen de Agosto? Y el General, que se ve que era un casta, le contestó con un par: “Acabo, Señor, de cobrar la soldada de Agosto y por tanto visto como en Agosto”. Me gusta el General, se presenta al Rey marcando lo suyo y le afea lo del salario. Lo de Bailén no tuvo tanto mérito, fue una cantada de los Generales franceses: un tal Dupont, como los polis de Tintin y como mi mechero (el que empeñé) y un tal Vedel que es a lo que aspiro yo en la vida, no a General si no a Bedel. Yo sería un buen Bedel: leo el periódico y se decir usted, que no es poco. Habría triunfado en el Bedelato.
En Bilbao tenemos una calle Castaños pero por lo que veo, en origen fue calle de los castaños, estos árboles siempre jodiendo y dando sombra. En Portugalete tienen la calle General Castaños, más elegante como les corresponde y además les pasa cerca el arroyo Castaños afluente del río Galindo así que podrían tener dos calles una para el General apretado y otra para el río flojo.
Había en la calle Castaños de Bilbao un mercado que no sé si continúa abierto o va camino de convertirse en un Dacathlon. Allí hice varias investigaciones y su posterior desarrollo coquinario, luego me ficharon en el mercado de la Ribera y continúo mi investigación y desarrollo. No desespero algún día llegaré a la innovación y a las patentes en salsa; vizcaína o española a escoger.

La llegada del tocadiscos.


jachuspa dijo:
Buenas tardes a todos Vds. adjunto les remito mi parida y me despido de la boga, con permiso franco de ría, durante, al menos, un par de semanas. Donde voy creen que Internet es el nombre sajón de la mosca tsé-tsé.
Lo poco o mucho que sé de la música pop se lo debo a la dipsomanía de mi padre. Me explicaré. Un día, cuando mi padre regresaba de su ruta habitual de chiquiteo, me dijo: “mira hijo, ya vas teniendo una edad y es preciso que vayas cambiando de gustos. Se refería a mi ilusión por escuchar en la radio “Matilde, Perico y Periquín”, “Caja o dinero” y programas por el estilo. Continuó diciendo: “he visto en el bar que la marca de coñac Fundador ofrece por cada tres botellas, un disco sorpresa de regalo. Estoy dispuesto a dejar el chacolí y pasarme al coñac, con tal de que tú te hagas con una cultura musical”. Dicho y hecho; así estuvimos durante unos cuantos años, hasta que yo me dí cuenta que esto tenía trampa. Los discos había que escucharlos en un tocadiscos y no esperar a que los pusieran en la radio; lo triste es que para ésto no teníamos presupuesto. Tuvimos que esperar a que el hombre fuese por segunda vez a la Luna para poderlo adquirir. Nunca lo hiciéramos. Cuando llegó el tocadiscos a casa, acabó la promoción del disco sorpresa. Aquello fue una debacle; mi padre entró en una profunda depresión y, además, por si fuera poco, le salió una chepa de forma similar al barril de roble que figuraba en las botellas de Fundador, a lo que añadió, de propina, unas fiebres de Malta intermitentes. Fue preciso hacer una biopsia y un estudio del exudado; el resultado fue el esperado: mi padre estaba como una cabra.
Cuando, por fin, España firmó el tratado de Schengen, pasé a mi padre al Remy Martin V.S.O.P. y conseguimos, a Dios gracias, desactivar el síndrome de la chepa; además su bilis se había convertido en un armagnac de primera y el hígado en paté; por si fuera poco, comenzó a decir sus primeras palabras en francés: my Taylor is rich. Merci beaucoup et vive la France.


jueves, 7 de junio de 2012

La comunión.


jachuspa dijo:
Uno de los programas de la radio que más me gustaban era aquel que ponía en boca de Fernando Amezquetarra, un personaje vasco del siglo XVIII-XIX, una serie de anécdotas, o “susedidos” que provocaban la hilaridad de los oyentes. Nunca conocí al locutor protagonista de este espacio y mucho menos, a Fernando Amezquetarra. Patrocinaba este programa una Caja de Ahorros de la localidad cuyo objetivo quedaba claro en la cuña final: “hay que ahorrar, para gastar”.
Aquel locutor siempre me llamó la atención, me intrigaba; nunca conseguí imaginarme cómo era físicamente, ni tan siquiera la edad que tenía, a mí me parecía, por el tono de su voz, que estaba entre los cincuenta y la muerte, pero a lo mejor me equivoco. Tenía fama de tacaño, de muy tacaño. Cuando llegó el euro, a él le había caducado el dinero que tenía en la cartera. Eran unos billetes de 500 pesetas que había introducido, según dijo, durante el Plan de Estabilización. A él le hubiera gustado llevar el dinero como lo hacía su héroe, Jesús Gil, enrollado y sujeto con una goma; refrenaba su entusiasmo porque en San Sebastián, los menos consideraban a Gil un personaje zafio y obsceno y los más, directamente, decían que era más hortera que bailar con la música del telediario. Quizás hubiera cambiado de opinión, si hubiera sabido que la goma con la que Gil rodeaba los billetes era de Loewe.
En el transcurso de todos esos años, sólo tuvo que sacar uno de los billetes durante la comunión de un sobrino (aquel esfuerzo lo pagó caro y tuvieron que operarle a corazón abierto del túnel carpiano y además escayolarle el periné. No quedó bien, y estuvo en terapia psicológica muchos años). Quiso, como decía, dar al muchacho como regalo por su comunión cinco duros; le entregó el billete y pidió que le devolviera el cambio; lógicamente el niño iba corto de numerario y entre eso y que el pantalón del traje de la comunión, por ahorrar, carecía de bolsillos, le dijo que no tenía. Atrapó aquél al vuelo el billete y volvieron los 100 duros a la cartera; a la vez, unas lágrimas de alegría reprimida pero incontenibles, corrían por las mejillas del tío.
Cuando fue a la sucursal del Banco de España de la calle Garibay, el cajero le dijo que le era imposible cambiar esos billetes. Estuvo a punto de darle un derrame de huesos. El funcionario ante este panorama, le dijo, solucionándole el problema: “mire señor, cambiarle el dinero es imposible, pero aquí tiene la dirección del anticuario de Tita Cervera”.



miércoles, 6 de junio de 2012

La Play.


eltumbaollas dijo:

 Como usted sabe yo he pasado por muchos centros penitenciarios españoles y algunos extranjeros y lo mejor de la cárcel es la Play. Mi hijo tiene la tres, yo heredé la dos y conduzco un Gallardo con alegría y soltura en el “Need for speed” ahora que estoy en tercer grado. Cuando fui interno, que se dice, no veía la hora de que me tocara mi rato de Playstation. Los putos fachas de Prisiones solo compraron una para todo el centro, allá en Logroño. En la cárcel hay clases: primero de todo los terroristas islámicos luego y con autoridad los terroristas batasunos después los vulgares y al final nosotros los de los delitos de la cosa sexual. Joder! cómo se puso el juez por unos tocamientos de nada oye. En el penal del Dueso allá en Santoña gané un concurso de GTA San Andreas. Ah! qué no conocen el GTA San Andreas??? Ustedes se lo pierden.
Me camelé a un pringao del Centro y conseguí que me metiera en la biblioteca, aduje que una vez leí un libro, que era donde estaba la Play. Cuando la vi la besé. Hasta que transformaron la biblioteca en Mezquita y ya no se podía entrar salvo para rezar moro.
Unas cachondas de una ONG progresista con bien de subvenciones pensaron que yo era reinsertable (las tontas) y me compraron la PSP que quiere decir Play Station Portable ( o Puirtsuitable o algo así) y me pasaba las tardes dándole al GTA tumbado en el viscolástico de LoMonaco full equipe.
La jefa de los municipales de mi pueblo antes fue de la Ertzaintza, de los patanegra y ahora es rubia.
La ando rondando.


La cuesta de Lizardi.


jachuspa dijo:
La cuesta de Lizardi entró en las guías turísticas de España durante la Guerra Civil del 36. Los pilotos de la Legión Cóndor la conocieron de cerca, camino del cuartel de Loyola donde muchos se alojaban. Alguno de ellos, miembro supernumerario de las SS, la fotografió y envió el negativo a la Reichsicherheitshaupamt donde tomaron buena nota: sirvió para construir la escalera de la cantera de Mauthausen. Hasta finales de los años 60 careció de iluminación; allí desarrolló una buena labor la Obra Social de la Caja de Ahorros (disculpen si no me acuerdo si fue la Provincial o la Municipal). Con el objeto de favorecer el empleo –o el pluriempleo- desarrolló un programa de acción social consistente en la formación de acomodadores de cine y teatro. No exigían titulación ni experiencia previa, tan sólo un certificado del frenopático de estar al corriente con la medicación (había necesariamente que estar majara para subir y bajar aquella cuesta un número indeterminado de veces por noche, que hay quien dice, posiblemente sea una leyenda urbana, que Camus escribió “el mito de Sísifo” durante una visita nocturna a aquel cotolengo) y no ser manco. Esto último era fundamental a la hora de las propinas, pues acomodadores hubo, antes de exigirse esta norma, que se colocaban la linterna entre los dientes y hacían sombras chinescas con las monedas que les daban los acomodados. Cualquiera que sea de San Sebastián lo sabe: ya no quedan acomodadores como los de la escuela de Inchaurrondo.
Junto con la falta de iluminación aquella cuesta tenía otra virtud: estaba sin asfaltar. ¡Cuántas veces he jugado a esconderme tras un piedra en medio de la cuesta! Era más difícil que te vieran que si lo hicieras tras una de las vacas que pastaban en la campa de al lado. Fue asfaltada gracias a una partida desajustada del Plan Marshall para Alemania, que controlaba un antiguo miembro de la Legión Cóndor que la padeció, a finales de los años 60; ahora parece el Corte Inglés a cielo abierto con su escalera mecánica.


martes, 5 de junio de 2012

Discoteca Cerebros.


jachuspa dijo:
Corría el verano del año 38 AP (antes de Pachi); para ser exactos era el domingo 25 de julio de 1971, y en aquel valle de lágrimas se celebraban las Magdalenas, las fiestas patronales. En Rentería (Errentería, Orereta) había 3 discotecas: Penny Lane, Apolo y Cerebros; esta última desapareció pronto, para no desentonar con el ambiente.
El portero de la discoteca Cerebros era un miembro o ex miembro del milenario y legendario cuerpo de guardamontes, de sobrenombre “Culitos”. Era este un hombrón a quien yo conocía desde mi más tierna infancia; siempre le había mirado de abajo arriba, entonces porque era un chiquinino y ahora porque yo no pasaba de 1,65 m, pese a que pronto iba a cumplir 18 años. Culitos, era un prodigio de perspicacia, tal vez debido a los años pasados controlando caseríos y txerrijanas. En su nuevo empleo como portero, fiaba a su retentiva el control del personal que salía a tomar el aire durante las sesiones en la discoteca, y nunca daba contraseña alguna para poderla exigir al regreso. Debo decir que jamás pagué por entrar. Unía a su sagacidad una dulce voz de pito, que parecía que le habían dado de mamar por un chistu.
Como decía, era un 25 de julio, caluroso y venturoso, cuando nos decidimos a entrar por la grátula en el Cerebros. El método era sencillo y consistía en lo siguiente: durante la primera hora, tras la apertura de la discoteca, tomábamos, para hacer tiempo, un cubata en el July, de la calle Viteri, no muy lejos del garito; después, con la camisa por fuera del pantalón, las greñas al viento, el voltigeur, farias o ducados en la mano y mirando a cualquier lugar menos a Culitos, bajábamos más deprisa que corriendo, las escaleras de la discoteca. Ahora que lo pienso no sé bien porqué en Rentería nunca hubo boîtes, sólo discotecas, a diferencia de San Sebastián, donde sí las había y eso que está más lejos que Rentería de Francia. ¡ Ah, la grandeur, qué cosas!.
El momento de hacer acto de presencia, estaba bien escogido, pues durante la primera hora se bailaba la música rápida, por la que yo no sentía ninguna atracción; a mí lo que me gustaba, era lo lento. Creo que esta forma de bailar, a decir de mi hija, desapareció durante el período interglacial Mindel-Riss. Una pena, esto del progreso.
A mi baja estatura, en un país de machotes y neskas comme il faut, unía un escasísimo éxito a la hora de bailar arrimado; vamos, que no me comía ni el pan de una trampa, de lo que se derivaba, también, una escuálida autoestima. Pero estaba escrito que aquella tarde iba a marcar el resto de mi vida pues a las primeras de cambio, una bellísima muchacha accedió, afirmativamente, al preceptivo requiebro de ¿bailas?. Lo que sucedió después, paso a relatarlo a continuación.
Desde el primer momento sentí que me estaba enamorando; me lo decía mi corazón y la entrepierna. Además, la bella irunesa, me dijo que era de Anaka, desde el principio me permitía bailar cheek to cheek, lo que incrementaba cada vez más mi entusiasmo, entre otras cosas. Por eso, frente al silencio de los dos, me sorprendió que a mitad de la canción me preguntara:
- Oye, tú crees en Dios
Quedé estupefacto ante tan extraña pregunta. Había oído hablar de la forma de hacer proselitismo de los mormones, en aquella glaciación se les denomina protestantes, pero me extrañaba que intentasen aplicar sus técnicas en un lugar como Cerebros, adonde habían acudido, no me cabía ninguna duda, confundidos por el nombre. Ahora estaba claro el porqué un pibón como ese quiso bailar conmigo. Resoplé y me animé por fuera, pues por dentro no hacía falta y armándome de valor respondí:
- Sí, naturalmente que creo.
- Pues, anda majo, déjale sitio en medio.
Cuando me desperté, estaba tumbado en una camilla del Cuarto de Socorro de San Sebastián, con un papel entre mis manos firmado por el médico de guardia; decía el galeno, que había sido atendido de una crisis de ansiedad y de quemaduras de primer agrado en la zona inguinal.




lunes, 4 de junio de 2012

Didier y Chantal.


eltumbaollas dijo:
Salgo de casa con mi perro, alegre y combativo, saludo a las vecinas con mi mejor sonrisa y ellas me corresponden. Yo no tengo perro pero me gusta sacarlo a pasear. Un martes invité a un amigo a comer y como no tengo amigos no vino; comí solo y le hablé mucho, hasta le enseñé las fotos de un viaje que no hice aquel verano lluvioso. Fui al médico y allí fui una señora que se dolía de los huesos; al llegar a casa me miré en el espejo abominable (Borges) y volví a ser yo. Nunca hice negocios con putas pero llevo un putero dentro.
La conocí en un psiquiátrico de La Rochelle que se llama Pier Loti, por allí muchas cosas se llaman Pier Loti; entraba en mi habitación a la hora de la siesta y me enseñaba eso del sexo. Me tenían drogado con Aloperidol pero en cuanto la vi supe que era puta y que la deseaba. Después de mi alivio sexual y de la siesta nos daban descafeinado con galletas y zumo de brick. Luego salíamos a pasear la prostituta francesa y yo por los jardines del centro. Ella no estaba allí por puta si no por orden judicial después de que la pillaran conduciendo bebida. Allí los jueces no se andan con mamonadas, si eres reincidente te ofrecen susto o muerte que quiere decir que o te haces un tratamiento de desintoxicación o al talego; todos acaban en el psiquiátrico.
Yo estaba allí porque salí a buscar un gato con un perro que no tenía.
Una mañana ingresó mi gran amigo Didier, un anciano borrachuzo de barbas blancas y melena más blanca aun. Le dieron una paliza enorme en una Boite de la Isla de Olerón unos fachorros rapados porque tiraba los tejos a una negrita imposible. Tras varias semanas en el hospital de Rochefort lo mandaron al psiquiátrico para que yo la goce. El trío de la muerte nos llamaban los locos y los yonquis: la puta, el viejo y el español. Cada mañana, antes del desayuno, le daba un paquete de Lucky a Didier y un beso a Chantal, ellos me abrazaban y me sentía bien. Tras el desayuno, cada día, pedía permiso para salir al jardín con mis amigos y cada día las enfermeras me decían lo mismo: “No, espera aquí que el Doctor te llamará enseguida” y me llamaba. Una mañana blandeé y le reconocí que no tenía perro y que no buscaba gatos y todo acabó, me dio el alta y tuve que irme. Al día siguiente volví en horario de visita con dos cartones de Lucky y un bonito pijama para Didier. A ella le compré unas gafas de sol muy horteras pero ya no estaba. La noche anterior se había pegado con otra interna musulmana y la habían trasladado a una prisión: la musulmana había muerto. No me dieron referencias de dónde estaba ni me dijeron su apellido. La perdí para siempre. Si aquella noche yo hubiera estado allí aquella tragedia no hubiera sucedido. Didier falleció hace dos veranos en una residencia de Le Chateau d’ Oléron.
Voy a sacar al perro…


sábado, 2 de junio de 2012

Altamira.


eltumbaollas dijo:

El abuelo del abuelo de don Emilio Botín fue el descubridor de las cuevas de Altamira. No sé si conocen a don Emilio, es un tipo que gusta de chupar cámara en las carreritas de fórmula one con un gorrito de paja (como el que yo tengo en casa de ron Barceló) y unos cascos rojos con un caballito rampante porque no hay quien soporte el ruido. Cuando veo a don Emilio en la fórmula one me cae bien, me simpatiza, lo veo campechanote como al Rey. Cuando lo veo en un telediario con corbata y tirantes rojos me parece otra persona y los puerros se me indigestan.
Siendo niño siempre creí que las cuevas de Altamira estaban en el barrio de Altamira de Bilbao. Debe su nombre a que está en un alto y se ve la ciudad, como otro barrio minero que se llamaba Miravilla hasta que pasó a llamarse Miribilla y ya no significa nada. Cosas que nos suceden por aquí.
Un sábado emocionante unos cuantos cogimos un Azulito, que eran unos microbuses que había en Bilbao, para subir al barrio de Altamira y explorar las cuevas. Uno trajo una lámpara de carburo que mangó a su hermano mayor; yo llevé un paquete de Celtas corto y cerillas de la Fosforera Española que mangué a mi hermano mayor. Ni cuevas ni leches encontramos pero lo pasamos en grande con el carburo en un paso subterráneo que olía a… en fin… que olía. Uno vomitó y nunca supe si fue por los Celtas o porque se comió un trozo de carburo o por el olor, pero vomitó y todos supimos que había comido fideos. Allí quedaron los fideos, en el túnel, aportando lo suyo al tufo de pis. Nosotros como la niña Justina (la bisabuela de don Emilio) también encontramos pintadas pero eran del tipo: “Pachi por Rosa Mari”. En cambio Justina Sanz de Sautuola mientras su padre buscaba por el suelo de la cueva huesos y cachivaches prehistóricos miró al techo y dijo: “papá, hay bueyes” y todo empezó.
Aquí en Altamira, en Bilbao, todo es cuesta arriba menos al volver a casa que muta en cuesta abajo; no como en el otro Altamira, el de los bueyes pintados, que allí hay de todo, cuesta arriba y cuesta abajo, hasta un zoo tienen y al volver a casa te comes un atasco en la A8 y llegas cabreado.
Añoro mi infancia aunque merendáramos carburo con Celtas de forma individual y generalizada y lamento no haber sido yo el que encontrara los bueyes en las cuevas. Mecacho.