viernes, 3 de enero de 2014

Crónica de una operación de cadera anunciada visto desde el lado oscuro de la fuerza.(5)

Andoni dijo:

Crónica de una operación de cadera anunciada visto desde el lado oscuro de la fuerza.
El ingreso.
Son las siete y media de la mañana y allí estábamos, puntuales, ante la ventanilla de admisión del hospital. Tras el cristal una bata rosa con cara de sueño y bostezo en los labios nos pregunta: -¿Qué desea?
-Un café -le responde el luminoso. –Y un croasan para mí -apunto yo.
-Oiga, ¿no me estará vacilando, no?
- Perdone, es que no le había entendido –le contesta el luminoso. Él es así. Yo, el oscuro, sin embargo le hubiera dicho: ¡Es que estoy en ayunas, coño!
- ¿Han traído el volante?
-No, hemos venido en metro. – Tengo que reconocer que a veces el Neo es gracioso.
-Oiga, por favor…
Le entregamos el volante del traumatólogo, le enseñamos la cartilla sanitaria y el deneí.
-¿Es usted Andoni Neo Luminoso Oscuro? – pregunta comprobando que la cara corresponde con la de la fotografía.
-No, yo soy un primo suyo. Es que tenía cosas que hacer y vengo en su representación. – le digo adelantándome al lado claro de la fuerza.
- Oiga, ¿no me estará vacilando, no?
- Perdone. Era una broma.
Comprueba en el ordenador, nos devuelve el volante y varios papeles más y nos indica: -Siga usted la raya azul del suelo hasta que le lleve a otro mostrador. Allí entregue estos papeles.
-Es que soy daltónico – le dice el luminoso. Y no sé cual es la raya azul.
- ¿Ha venido usted solo?
- No, me acompaña la Señora Neotenmeyer, mi suegra, mi madre, mi cuñada, la vecina del 2º C, la pescadera, una prima hermana de esta y una señora que no sé quién es. Ah, y las dos caderas, claro: la buena y la mala.
La bata rosa pone mala cara.
-Dígale a su mujer que le acompañe por la línea azul, por favor. Y por cierto… no creo que les dejen estar a tantos en la sala de espera.
Nuestra esposa nos indica la raya correcta y así, a modo de procesión del Borriquito de Semana Santa en Bilbao, nos encaminamos por la dichosa línea. Como íbamos pendientes de no perder el rumbo correcto, y andábamos ligeramente agachados, no vimos el mostrador hasta que no le pegamos un buen cabezazo.
-¡Tengan cuidado! –grita otra bata rosa tras el mostrador.
Digo yo, que si esto es un hospital y un paciente se acaba de meter un rijostio, lo primero que habrá que hacer es preocuparse del herido, no del puñetero mobiliario.
-Gracias, no ha sido nada.- Le aclara el Neo con esa sonrisa que tiene que hace desarmar al género femenino. Coño, no le hace ni caso y encima le da las gracias ¡Señor, que cruz de hombre!
- Esperen en la sala de espera. Solo dos personas por paciente.
- Verá, es que por mí corre sangre de reyes de la raza calé. –Le aclaro.
- Ah, bueno pues entonces que pasen todas.

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