viernes, 3 de agosto de 2012

La broma.



 Mi abuelo también fue picador.
En los últimos años de su vida nos contó a los nietos que a pesar de ser un hombre tranquilo , aunque a veces le salía su lado canalla  -pero como era mi abuelo, era un lado altamente perdonable-, no podía soportar la maldad de las personas; y el ejemplo más claro era la inquina que le tenía a Angulo, apodado “Diverty Balance”, por su mala costumbre de apoyar el dedo pulgar en la balanza de la tienda de ultramarinos que regentaba, cuando te pesaba cuarto y mitad de pechuga de pavo viudo o muslos de gallina negra; y  su manía de divertirse gastando bromas -muy pesadas por cierto- a todo el que se cruzaba en su camino.
“Diverty Balance” había añadido muchas muescas a su revolver gastando bromas, y como estas habían sido realizadas en su mayoría a miembros de la cuadrilla de amigos de mi abuelo, él incluido, se la tenía jurada.
- Angulo, algún día te encontrarás con la horma de tu zapato –le había dicho en más de una ocasión mi abuelo-.
Varios ejemplos muestran la maldad que las bromas llevaban:
-         Olegario “El Flaco” tenía un burro al que quería como si fuera un hijo . Estaba orgulloso de él, ya que,  aparte de ser un animal dócil y trabajador, unía a esas cualidades la longitud de su miembro reproductor en momentos de excitación “burril”, que llegaba casi a arrastrar por el suelo, motivo por el cual Olegario le llamaba “ El Cincopies”, y proclamaba, tal como se puede presumir de un hijo: de tal palo tal astilla.

      No se le ocurrió otra cosa a “Diverty Balance” que, en el momento de mayor efusión amorosa del burro, atarle una traca de petardos valencianos y organizar una mascletá. A partir de entonces “El Cincopies” pasó a ser llamado “El Eunuco”.
-         A Froilán “El Comeostias” -párroco del pueblo- le cambió el vino por gasoil agrario, sólo dándose este cuenta en el momento de la consagración, el día de la Misa Mayor,  en las fiestas patronales.
-         A Luis “El Pitxote” le metió una víbora en el bote que este utilizaba para introducir su “pilila” para enseñársela a las mozas del pueblo a la voz de : Mira, mira, una anguila. Tuvo suerte Luis de que estuviera muerta, la víbora,digo,  que si no hubiera pasado a ingresar –junto con el burro- en el censo de eunucos del pueblo.
-         A Ramón “ El Susordenes”, sargento de la Guardia Civil, le cambió el tricornio por un sujetador de copa de la talla noventa ¡La vergüenza que pasó este, al ir a pedirle el permiso de conducir a un “guiri” que pasó por el pueblo, saltándose un “Stop” y tres “Ceda el paso”.
-         A Pedrito “ El Sortudo”, ciego y vendedor de la ONCE, le pagó un cupón dándole una hoja de ortiga, y encima reclamándole el cambio.
-         A “Paloma”, la cerda ibérica de mi abuelo -ganada a las cartas tras jugarse a mi abuela- la pintó con cal y betún, que más parecía una cebra que una “marrana”.
Pero la gota que colmo el vaso del aguante de mi abuelo fue cuando, armado con una llave inglesa, aflojó los tornillos de la silla de ruedas de Jacinto “El Duermesentao” momentos antes de que este descendiera por la Cuesta de Los Avellanos” con una pendiente media del veintiuno por ciento. El “ostión” que se metió fue de atestado tres meses en cuidados intensivos y otros tres de reposo en su cama.
Cuando todo hacía creer que “El Duermesentao” saldría adelante, y sin motivo aparente,  falleció una madrugada del mes de Octubre.
El Oficio fúnebre fue de cuerpo presente en la Iglesia parroquial al día siguiente, por la tarde. Esta estaba abarrotada, ya que asistieron todos los habitantes del pueblo, e incluso algún carterista de los alrededores se hizo presente para dar el pésame a los familiares y amigos, y aligerar de peso a los despistados.
Froilán oficio la misa. Realizó una homilía muy emotiva recordando la dura vida llevada por “El Duermesentao”, y como este, ayudado por la fuerza de Nuestro Señor Jesucristo, había salido adelante con esperanza y fe. Recordó las palabras del Salvador recogidas en el evangelio de Mateo:
 “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí,  mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno,  y que se le hundiese en lo profundo del mar.”

Como se hizo de noche, se decidió dar tierra al cadáver  la mañana siguiente, y dejaron el cuerpo en su ataúd en la sacristía del Templo. Mi abuelo y su cuadrilla decidió velar el cadáver toda la noche, pero como era buena persona –aunque un poco canalla- invitó a un apenado “ Diverty Balance” a unirse a ellos.

-Tú no podías imaginar que esto acabaría así -le dijo-. Fue un accidente. Únete a nosotros si quieres. Y Angulo se quedó con ellos velando el cadáver.

Dieron las doce de la noche y una fotografía muestra la escena.

Al ser su primer nieto me dejó la foto como recuerdo. Se ve en ella la sacristía. Por una de las ventanas se atisba la luna llena. Mi abuelo y su cuadrilla muestran cansancio en sus rostros  mientras permanecen sentados en unas sillas que habían acercado para la larga noche. El ataúd se encuentra en el centro, y en él ”El Duermesentao” aparece sacando medio cuerpo, con los ojos inyectados en sangre, mostrando una amplia sonrisa en la boca, donde destacan dos largos y blancos colmillos. Angulo “Diverty Balance”, con el terror marcado en su cara se lleva las dos manos al pecho.
Detrás, con la difícil caligrafía de mi abuelo: Tres días después enterramos a Angulo, pero lo que nos pudimos reír.

 Guardo esa fotografía con mucho cariño, y siempre que escucho a Víctor Manuel me acuerdo de ella.
Sí, mi abuelo también fue picador.



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