sábado, 6 de octubre de 2012

Productos típicos


Mi abuelo también fue picador.

En los últimos años de su vida nos contó a los nietos que él no partía nueces con el culo.
Mi abuelo no era especialista en este tipo de deporte, pero, al ser la nuez un producto del País Vasco, nos contó que tomó la costumbre de traerle a mi abuela productos típicos de las regiones en las que faenaba como segundo picador de Antoñito “El Cojo”: maestro torero muy famoso, que cosechó grandes triunfos por esas plazas de Dios – y de Franco en aquellos tiempos-.
No hubo región española que no fuera visitada por “El Cojo” y mi abuelo en sus respectivas carreras taurino-festivas. Y tampoco hubo producto típico de cada región que mi abuelo no llevara como presente a mi abuela. Esta, agradecida por tamaño detalle, no dejó de querer a su hombre ni un solo instante de su vida (Instante no, pero hubo momentos que las canalladas de mi abuelo la hicieron estar de morros con él semanas).
Como todas las tradiciones, esta: la del recuerdo regional, también tuvo su comienzo; y como todos los comienzos un motivo concreto: el olvido de las promesas matrimoniales, concretamente el de la fidelidad.
Ya les he contado que mi abuelo era buena persona, pero que era un poco canalla. Ese fue el motivo de la infidelidad a mi abuela.
Intentaré explicarlo tal y como él nos lo contó a los nietos.
Quiso dios, y el alcalde del pueblo también, claro, que “El Cojo” y su su cuadrilla fueran contratados para lidiar dos toros, dos, en la corrida que coronaba las fiestas patronales de Almendralejo. Allí aparecieron con la intención de lograr otro triunfo más con el que engordar su hoja de servicios.
La faena estuvo a la altura de lo esperado y se obtuvieron tres “peluas”y un rabo. Mi abuelo picó los toros con tanta maestría que fue sacado a hombros de la plaza junto con el diestro. Para recordar esa tarde de gloria decidió traerle un regalo a la hembra que más quería.
Al llegar, lo primero que dijo fue: Mira lo que le he traído a la cosa más bonita de mi casa.
Y este fue el comienzo de los regalos regionales.
Una fotografía muestra este momento.
En ella se puede ver la fachada de la casa de mi abuelo. En la puerta, cerrándola, se ve a mi abuela de espaldas. En el lado izquierdo está la cochinera de “Paloma” (la cerda ibérica que mi abuelo había ganado a las cartas, jugandose a mi abuela como contraprestación). Delante de la cochinera, en un gran charco de barro está la gorrina (se confunde con el barro, pero dos grandes ojos a medio metro del suelo dan fe de su presencia). Entre la cochinera y la casa, en primer plano, el seiscientos de mi abuelo con el capó delantero abierto. Mi abuelo está sacando algo de él.
Detrás, con la difícil caligrafía de mi abuelo:
-Un saco de cinco arrobas de bellotas es un producto típico de Extremadura.
Al ser su primer nieto me dejó la foto como recuerdo.
Guardo esa fotografía con mucho cariño, y siempre que escucho a Víctor Manuel me acuerdo de ella.

Sí, mi abuelo también fue picador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario