sábado, 29 de marzo de 2014

Guerra de santo Domingo (1)

jachuspa dijo:
Quizás la palabra capotillo a ustedes no les recuerde nada más que a una franela menor, tal vez roja, de algún maletilla que por esos campos de Dios busca en las capeas la gloria efímera del dinero y los aplausos. Hace 150 años ahora en agosto, en el epicentro de las fiestas patronales del verano en España, cuando los correbous no eran más que uno de los componentes del folklore de muchas de ellas y el capote de San Fermín no había sido gestionado todavía en ningún cotonificio, a miles de kilómetros de aquí, capotillo no era una franela cualquiera sino el nombre de un otero: Cerro de Capotillo, el lugar donde los dominicanos gritaron, nuevamente, la palabra ¡basta! y cuya consecuencia fue el origen de la llamada Guerra de Santo Domingo o de la Restauración, una catástrofe que sumió en el dolor y el luto a más de 10.000 madres españolas y al Gobierno de la nación en la más absoluta ignominia.
Esta es una historia prácticamente desconocida; llena de heroísmo y sufrimiento, de cobardía y vileza, de cainismo a manos llenas, es decir: una página más de la Historia de España. Lo triste es que aquellos que cayeron lo hicieron en balde, juguetes en manos de quienes, a la hora de la verdad, se lavaron las manos. Muertos, no por falta de valor, sino por la incuria de su Gobierno y no en combate con el enemigo, sino consumidos por la fiebre amarilla, la malaria y otras enfermedades tropicales. Han pasado 150 años y todavía permanece el hedor.
El segundo tercio del siglo XIX nos muestra una España reducida de Imperio a nación, con el peso específico de una potencia media en el panorama internacional y con objetivos marginales a Europa: principalmente, el mantenimiento de su exiguo imperio ultramarino (básicamente Cuba); de reciente historia traumática, superando los conflictos a través de guerras civiles, con estructuras del Antiguo Régimen todavía vigentes y sin una clase media que mereciera tal nombre. En el concierto europeo, era España un socio problemático. Antes de que Gran Bretaña acuñara el término splendid isolation para señalar su finisecular política exterior, fue España quien le dibujó el camino, primero con su apartamiento de la política europea, dado que el objetivo básico de la política exterior isabelina es el mantenimiento del imperio ultramarino y, ya en la Restauración, el recuiellementcanovista.
Aunque las cosas mejoraron con su incorporación al subsistema de la Cuádruple Alianza (junto a Portugal, Francia e Inglaterra) lo que reforzó su posición internacional, no conviene perder de vista la endeblez de las pequeñas y medianas potencias en un sistema multipolar. La diplomacia española acuñó, entonces, un aforismo: “cuando Francia y Gran Bretaña estén de acuerdo, marchar con ellos; caso contrario: abstenerse”. A ello se unió, tiempo después, la llegada al poder de la Unión Liberal y su permanencia en el poder entre 1858-1863, lo que se conoce como el “Gobierno largo de O´Donnell” que alcanzó, por vez primera, el superávit presupuestario durante varios ejercicios, apuntándose, además, algunos éxitos económicos, militares e, incluso, tranquilidad en su política exterior debido a la Guerra Civil norteamericana que desinfló la presión de EE.UU. sobre Cuba.
La victoria, en 1860, en Marruecos dio alas a quienes desde el Gobierno eran partidarios de una serie de operaciones militares en el exterior, denominadas por Jover como “de prestigio” (Cochinchina, México, Marruecos, Santo Domingo, Guerra del Pacífico, presencia española en el Golfo de Guinea) cuyo objetivo, salvo en el caso dominicano, no era el engrandecimiento territorial ni la defensa estricta de la situación existente. Este resurgir hizo creer al Gobierno de España que podría convertirse, nuevamente, en una superpotencia. Así lo vio el cónsul norteamericano Volger en una nota al War Secretary: Apenas hace España un pequeño progreso hacia la recuperación, apenas siente el estómago un poco lleno, cuando sintiéndose joven y vigorosa como en el pasado y rica ya con unos cuantos dólares en el bolsillo, vuelve a caer en las locuras de juventud y esas persecuciones de espejismo que causaron la ruina de su sistema”.

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