sábado, 29 de septiembre de 2012

Los orígenes.


Mi abuelo también fue picador.

En los últimos años de su vida nos contó a los nietos la historia de los orígenes de nuestra familia.
Mi abuelo nos narró muchas historias vividas por él en su longeva vida. Historias que, jurando por lo más sagrado para él: su cerda ibérica “Paloma”, aseguraba que eran totalmente verídicas, y que n había añadido ni un solo detalle que no hubiese ocurrido tal y como lo contaba.
Esta historia que paso a relatar es referida en mi familia de generación en generación y siempre de forma oral. Es el abuelo quien realiza tal menester a los nietos; y eso es precisamente lo que hizo él al comprobar que todos sus hijos habían decidido utilizar extracto de sudor de lagarto mezclado con pelos de sobaco de rana, que es muy bueno para no tener familia. De la doxología, modo y lugar de aplicación y contraindicaciones no me pregunten, que yo todavía estoy por la labor de formar un equipo de fútbol con suplentes, masajista y delegado de campo incluido.
Mis primeros ancestros eran gemelos (hermanos de madre, y según aseguraban algunos, del mismo padre). Por causas de la vida quedaron huérfanos y tuvieron que ser alimentados por una “loba”. Y anda que no era “loba” la tía, que le gustaba más un revolcón que arrascarte el culo cuando te pica.
Les pusieron por nombre Calixto y Melibeo -de ahí el apodo de mi familia: “Los Celestinos”-.
Se hicieron pastores: Calixto de cabras, Melibeo de ovejas.
Una mañana de Agosto salieron ambos con sus respectivos rebaños, pero cuando quisieron darse cuenta se habían metido ya a últimos de Noviembre; y como se les hacía tarde para volver, decidieron aposentarse de manera estable en el lugar donde se encontraban.
Desde un altozano divisaron un pequeño riachuelo que serpenteaba a los pies de este. En sus dos orillas crecía abundante vegetación y las tierras limítrofes eran llanas y con escasa piedra en su superficie. No lo dudaron: este era el lugar ideal para el primer asentamiento.
Pero, como no podía ser de otra manera, y como dicen las escrituras: ”Siempre que haya dos o más reunidos, allí estaré yo”, apareció la disputa -que es lo que llevan los españoles en la cadena del ADN ( justo entre el botijo y la siesta)-.

Calixto quería construir en el altozano, terreno pedregoso ideal para la cría de cabras; y Melibeo prefería hacerlo a orillas del riachuelo, más apropiado para sus ovejas.Una señal divina acabó con el dilema. Un rayo surgió del cielo y dio contra un álamo; la mitad de este ardió y la otra quedó impoluta. Los dos hermanos, asustados, se dirigieron al árbol, y del cielo surgió una voz que decía:Este es mi lugar predilecto… ¡astilladlo!
Calixto astilló la parte quemada del árbol, Melibeo la otra. Con la madera que consiguió cada uno hicieron sus respectivas cabañas, una arriba y otra abajo, pero ni se ayudaron ni se dirigieron la palabra. Acabaron los dos al mismo tiempo, se miraron desde lejos, se dieron la vuelta y como ya era el séptimo día, se pusieron a descansar.
La tranquilidad, la paz, el sosiego… la soledad.
Dos horas sin hacer nada aburren a cualquiera, y más si todavía no se ha inventado la televisión. ¡Menos mal que el divino hacedor no descansa ni los domingos! Unas voces surgieron a lo lejos. Los hermanos observaron que se acercaban dos hombres, venían discutiendo. Al ver las cabañas se separaron y cada uno de ellos tomó una dirección distinta.
…………..
-Bon día.
-Guenas.
-Estó buscan un lugá per formá una nova nació.
-Si te quitas el chicle de la boca podré entenderte mejor, colega.
-Yo parle solo catalá.
- Pues, ale, a cascala. Tira tó pabajo y dentro de dos días tasientas.
……………
-Egunon.
-¿Mandeee?
-¡Gora Euskadi Askatuta!
-Sigue tó recto, y cuando veas a la Concha, te haces un acuario.
……………..
Calixto y Melibeo se reunieron diez minutos más tarde sabiendo lo que tenían que hacer. Una fotografía muestra aquel reencuentro entre hermanos.
Al ser su primer nieto me dejó la foto como recuerdo.
En ella se ven a mis antepasados, uno al lado del otro. Con los restos del álamo se han hecho unos carteles indicadores. Calixto muestra el suyo: Astilla la Vieja. En el de Melibeo se puede leer: Astilla la Nueva
Detrás, con la difícil caligrafía de mi abuelo: Formamos la primera nación de Europa. ¡Ahora vas y lo cascas!
Guardo esa fotografía con mucho cariño, y siempre que escucho a Víctor Manuel me acuerdo de ella.
Sí, mi abuelo también fue picador.

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