martes, 3 de diciembre de 2013

Historia de Bernardino de Bragamonte y Calzónquitao.(VII)

Andoni dijo:

Argamasindo con los ojos abiertos contemplaba la escena. Casquivana disimulaba. ¿Y Bernardino? ¿Dónde coño se había metido Bernardino?
…………………
El Arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña, oficiante del acto, levantó los ojos para observar la entrada del templo. Con aquella voz recia que Dios le había dado ordenó acallar los murmullos que se habían levantado tras la desastrosa entrada de Argamasindo y Casquivana. Alfonso, aunque de aspecto serio y cara de no haber defecado en varias semanas, era en el fondo un hombre dulce en su interior. El problema era las formas que tenía a la hora de expresar esa dulzura. El Arzobispo siempre intentaba mostrar cariño y afabilidad a todas las gentes, pero no había manera de que tanto su gesto, como sus palabras, consiguieran el efecto deseado. Quiso calmar a la asamblea presente en aquel acto sacramental con palabras dulces y se acordó de la sencillez y la paz que se obtienen al contemplar una rosa; por eso no dudó en proclamar:
-¿Os vais a callar, capullos?
Se produjo un silencio semejante al surgido cuando se escucha una ventosidad en un velatorio y todos las miradas se vuelven al finado; vamos, que se hizo un silencio sepulcral. El arzobispo volvió ha hablar: -Que se acerque el bautizando. Pedro María de Cestona, natural de Aranda de Duero, obispo auxiliar, se acercó a Alfonso y le susurro unas palabras al oído, haciendo el máximo dirigente de la iglesia toledana un gesto confuso que no se ha sabido hasta estos días si quería expresar ”Eso ya lo sé” o “Joder, como te canta la boca”.
-Sí, capullo, ya sé que el bautizando solo tiene 5 meses y no se puede acercar solo. ¡Que acerquen los padres al bautizando!
Argamasindo le hizo un gesto a Casquivana para que se acercara y así poder acceder juntos hacia la pila bautismal. Esta le decía por señas que no sabía donde estaba Bernardino. Argamasindo no la entendía y le instaba a que se moviera hacia él. Ella levantaba los brazos y negaba con la cabeza.
–Que vengas -le susurraba.
–Que he perdido al niño -decía ella.
-¡Joder! -blasfemaba él.
-¿Aquí? –preguntaba ella.
Y en esas estaban cuando se formó un pequeño tumulto a la izquierda de La Catedral; justamente al lado de la Capilla dedicada a San Sadurní de Noya, elevado a los altares por llevar el Evangelio a los gerundenses esparcidos por el monte Balandrau, en la sierra del Catllar; gente tosca, reacia al dialogo y en general bastante catllados. En dicha capilla se había instalado aquel año un belén con figuras realizadas en madera de pino a escala natural, San José, la Virgen, el Niño, el buey, la mula, los tres Reyes Magos, el Ángel y tres ovejas merinas. Mortadela Campofrío, esposa del principal jamonero de la plaza de Zocodóver había visto un movimiento repentino y clamaba a voz en grito: -¡Milagro! ¡Milagro! ¡El Niño Jesús se ha movido!-.
Gritos, carreras, codazos y empujones se dieron inmediatamente por ver aquel hecho sobrenatural. Varios de los allí presentes, incrédulos, mandaban callar. Otros, crédulos mandaban callar a los incrédulos que mandaban callar. Y otros, más incrédulos todavía, mandaban callar a los crédulos que mandaban callar a los incrédulos que mandaban callar. Allí no se callaba ni dios.
Alonso tomo cartas en el asunto y clamó -¡Me voy a acordar de las madres que os parieron a todos! – en clara muestra de cariño a todas las progenitoras de los allí presentes. Abandonó el altar y con paso firme se dirigió al lateral de la Iglesia. Se hizo un pasillo humano a su paso. Se abrió un claro ante el “nacimiento” permitiendo la llegada del Arzobispo, y el silencio volvió a cubrir el lugar. Argamasindo y Casquivana observaban la escena desde la entrada sin apenas moverse. El Arzobispo se acercó al pesebre y observó al niño. Estaba sucio, cagado hasta los empeines y chupaba el rabo de la burra. A su mente llegaron las profecías de Isaías y Zacarías:
“Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar.
Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta.”
“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.”
- Coño –dijo con dulzura hacia el órgano genital de la mujer por donde vienen los hombres al mundo -si es clavao. Y tomándolo en brazos, se dio la vuelta y lo elevó hacia la expectante asamblea en señal de divinidad. Todos se postraron de rodillas y elevaban acciones de gracias y bendiciones al Creador. En el exterior, una nube dejó de cubrir la luna y la luz de esta penetro por una de las vidrieras para posarse sobre aquel niño.
– Contemplad al Salvador- clamó extasiado el arzobispo.
–¡Aleluya!- alababa el pueblo.
–¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Bernardino!!!!!!! – gritó Argamasindo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario