domingo, 13 de enero de 2013

Felipe González en el Confesonario.


Neo... dijo:
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida.
-Padre, vengo a pedir perdón.
- Coño, si vienes a tomar un café es dos manzanas mas abajo…. Dime hijo tus pecados.
- No me llame hijo, Padre, llámeme… “X”.
- Hijo… todos los signos entran en la quiniela y por supuesto, todos son aceptados en las manos misericordiosas de Dios. Solo un pequeño signo de arrepentimiento basta para que el Señor deje tus culpas limpias como la nieve. Pero creo necesario que si vienes a postrarte pidiendo remisión de tus pecados por lo menos te muestres y no andes escondiéndote.
- Es la costumbre Padre. Bueno, llámeme Señor González.
-González… No serás el mismo del otro día; el de la presentación del Libro; el que ha terminado con todas las reservas de vino eucarístico en las parroquias de Madrid ¿no?
-¡No, Padre! Yo soy de Sevilla. Eso solo puede hacerlo uno de Bilbao.
-Y con acento de Burgos, que tenía el “gachó”. Dicen que fue visto a altas horas de la noche, trasegando gin-tonics para quitar el regusto a moscatel, por los salones de Lorenza de Medicis – allí por la campa del Tio Felipe- en compañías nada deseables.
-Pero Padre, ¿me confiesa o no me confiesa? Que esto parece el “Sálvame”.
-Precisamente hijo, ¡ a que quieres que se parezca el lugar destinado a la salvación de las almas caídas en la tentación de los los cebos del maligno?
- Bueno, visto por ese lado…
- De qué te acusas, pues; ya que veo que eres hombre de zapatos de cierre de velero.
-Es que despedí con sendos abrazos a unos amigos míos cuando entraban en la cárcel.
- Hijo, eso no es pecado. Ya dijo nuestro señor que visitar al que está en la cárcel es acto misericordioso.
- Es que eran Vera y Barrionuevo.
-¡Ostras! Esto va a ser complicado ¿Has probado con un exorcista?
- ¿Tan grave es?
-Hay pecados que solo pueden ser perdonados con gran penitencia.
-Y… ¿cuanta me va a poner Padre?
- Mira, a partir de ahora vas a marcar la casilla de la declaración de la renta correspondiente a la Iglesia Católica.
-¿Con una “X”?
-No, hijo, no. En tu caso pon una “Y”. Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha
- Padre, pero si no sabemos lo que hace la derecha no podemos hacer oposición.
- Por eso te lo digo, hijo, por eso te lo digo:
Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.

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