viernes, 14 de junio de 2013

En la frontera.

jachuspa dijo:
A la hora de comer ya había dado yo el cante. A ver tú, bicho –me dijo el abuelo- vete a por la hormigonera. Contesté rápido: lo siento, pero no tengo carnet de conducir. Y se echaron a descojonarse: que no, gilipollas, que vayas a por el perol de alubias – la primera en la frente-aquel potaje venía en un cuenco semiesférico de cristal de Duralex.
La segunda sucedió por la noche. Después de darme cuatro cargadores para el subfusil Z-62 y una radio an prc 77 para que me la colocara de mochila en la espalda, añadieron una botella de Terry para combatir el frío del Gurugú. Estaba más nervioso que una puta en una iglesia. No sabía como funcionaba el arma ni tampoco la radio. Tras unas breves indicaciones sobre lo que era una malla –que yo al principio asocié a la botella de coñac- montamos en los Land Rover Santana 1300.
Al llegar a la alambrada había unos pozos de tirador; era de noche y no se veía nada, bueno, algo sí: a base de lingotazos de coñac yo lo veía todo fácil. Formamos unas patrullas y fue el acabóse. Mientras recorríamos el perímetro de frontera señalado nos metimos varias veces en territorio marroquí y casi le vuelo los sesos a un búho – ¿o era una lechuza?- que me miraba desde la rama de un olivo. Llegué vivo porque nadie me había espantado al Angel de la Guarda

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