viernes, 14 de junio de 2013

Las cuevas de landarbaso.

jachuspa dijo:
Cuando Dios creó en las proximidades de Peñas de Aya, las cuevas de Landarbaso (la primera solución habitacional antes de la materialización del Universo socialdemócrata y su cosmovisión de tutti-frutti) el sobrante de energía resultante de la implosión, se transformó en un fino hedor que impregnó aquella hermosa tierra. No debemos olvidar, que el pedo es una de las partes constitutivas de la nebulosa de la materia original y que, con el paso de los años, la desactivación paulatina, por cansancio y decadencia, de esta bacteria prima –convertida ahora en prima de riesgo- ha dado lugar a episodios nada edificantes.
Se dice que como consecuencia de verse sometido a este microclima el arrianismo arraigó -al igual que las vainas, la sokamuturra y el afrikaaner modalidad chill-out- entre los habitantes de estos pagos; incluso antes de que el obispo Ulfilas fuera a la agencia de viajes local y señalando con el dedo en el cartulario que le ofrecía Cunegunda de Asurbanipal viajara con los visigodos como intérprete.
Este noble pueblo del piedemonte de Aya desconocía la metalurgia del hierro y durante mucho tiempo, fue aquí costumbre extendida freír el pescado en las manos de los pelotaris. Hubo que esperar hasta el viaje de san Francisco Javier a Japón, para conocer las delicias del sushi y muchos siglos más para la llegada de las pomadas cicatrizantes.
Este conocimiento religioso hizo variar la toponimia de la zona y dio paso a ese asociacionismo vecinal conocido como “arrio”, de donde arrio de Amara, arrio de Inchaurrondo, arrio de Ventas y Anaka -ambos pegados a Irún- e incluso, el arrio del Antiguo en San Sebastián. Más al oeste, tirando a Bilbao, son partidarios de parroquias y anteiglesias. Esta forma de unidad vecinal ha sido analizada por los historiadores y hay teorías que cuestionan que el descubrimiento de América fuera realizado por Colón, señalando como posible responsable del mismo a un vecino de esta zona el cual, aprovechando que estaba enrolado en un bacaladero de la PYSBE, al desembarcar para comprar costo en Nueva York camino de Terranova, hizo proselitismo entre los indios de Manhattan creando allí una colonia llamada Arrio Sésamo, la cual perdura hasta nuestros días.
Cunegunda, por su parte, era una teutona de armas tomar y pareja de lecho de Wifredo el Velloso, un catalán que había acudido a Bad Wiessee para someterse a una donación voluntaria de folículos pilosos debido a una epidemia de alopecia que asolaba el balneario y con destino a una ONG de aquellos pagos; ya, de paso, también someterse a un alargamiento de pene. Volvió con el mismo tamaño pero con la franquicia de las aguas termales que aquí, a su llegada, reconvirtió en Vichy Catalán. Estas aguas durante mucho tiempo fueron transportadas de aldea en aldea en carricubas y se embotellaban a la vista del público. Debido a la falta de know how y huérfanos de una teoría bacteriana coherente, extraían el líquido elemento al buen tun tún de dos toneles: en uno iba el gas y en el otro agua del Canigó. Dice alguna leyenda urbana que Serrat se inspiró en este hecho para componer su canción El Titiritero; otras, menos piadosas, dicen que la letra de la canción es el retrato robot de cualquier político español en campaña electoral. Lo único seguro es que quienes conducían las fragonetas eran infrahispanos.
De esta ONG visigoda proceden los bulbos que hoy en día, inclusive bajo la apariencia de folículos pilosos, han sembrado de ideas de seborrea y caspa, la calva y el cerebro de más de un político e incluso de alguna persona inocente: no voy a poner ejemplos, pero creo que hay más de un zombie entre nosotros y se están empezando a dar las condiciones para un nuevo amanecer de los tuertos.

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