domingo, 22 de julio de 2012

La Granja de los regulares.


jachuspa dijo:
Buenos días señoras y señores. Esta historia que hoy les cuento suecedió hace 37 años
El Grupo de Fuerzas Regulares de Infantería Alhucemas nº 5, es la unidad más condecorada del ejército español. Allá por el año 1975 tenía su sede en el cuartel Alfonso XIII en Melilla, al lado del aeropuerto. Un día, a principios de aquel verano, me llamó el capitán de mi compañía. Quería ver si yo podía resolverle un problema. Había un soldado a sus órdenes que casi no hablaba español, tan sólo euskera y eso planteaba un grave problema: no se le podía licenciar porque estaba más sano que cualquiera de la unidad, pero no podía hacer servicios. “¡A ver, -decía el capitán-, como da el alto estando de centinela; como cambia el arma de brazo durante el orden cerrado!” Además eran tiempos jodidos; pocos días antes nos habían intentado poner una bomba en los depósitos de combustible de la Shell, al lado del cuartel; lo más grande que encontramos fue la mano de uno de los terroristas. “Incluso, continuó el mando, si lo destino como destacado a la frontera, ¡ cómo va a comunicarse con los moros, por ejemplo, cuando tenga que pedirles la necua(*), al pasar desde Beni Enzar a Melilla por el saladero; éstos –decía- sólo hablan cheljah y chapurrean el español, pero no creo que entiendan el euskera, salvo que se trate de algún beniurriaguel, de los que se dice son descendientes de un vasco!”. Era un señor lío. Cuando la cosa parecía no tener solución a mí se me ocurrió que, si licenciarlo no podíamos, tal vez pudiera trabajar como lo hacía en la vida ordinaria: en la granja del Grupo. Dicho y hecho.
Durante el mes de abril de 1976, pasados ya más de nueve meses de la anterior conversación, las distintas estadísticas de la unidad, empezaron a mostrar brotes verdes por todos los sitios. Desde los aspectos militares más difíciles de cumplir, hasta la simple convivencia, pasando por los meramente sanitarios: sólo había dos personas en el botiquín y ello debido a unas purgaciones rebeldes al antibiótico. Aquella unidad militar, pese a la dureza exigida a sus componentes, quedó convertida en un resort. Los domingos había cola para entrar al comedor; lo grave es que no venían sólo soldados de otras unidades, sino que las visitas del Hospital de la Cruz Roja hacían a mediodía un alto en el camino, y llevaban hasta allí los tupers para llenarlos.
La fama del cuartel de Regulares 5 llegó a oídos del Comandante General. Un buen día, sin avisar, el general se presentó en el cuartel. El coronel creyó que su superior venía a comprobar las estadísticas y trató de mostrarle los brotes verdes; pero aquél tan sólo estaba interesado en la Granja. He oído –dijo- que aquí se come muy bien y vengo a que me muestres cuál es el secreto. El coronel, temeroso, le llevó a la Granja. Nada más entrar la visita, dos cerdos, cuatro ó cinco conejos y varias gallinas les rodearon. ¡Pitas, pitas! decía el general, tratando de acariciarlas sin éxito: gallinas, cerdos y conejos miraban para otro lado o cacareaban y gruñían, cuando no salían huyendo. Quedó extrañado el alto mando del comportamiento animal e interrogó al coronel, quien conociendo la respuesta, contestó con temor: “mi general, los animales se comportan así porque no entienden el español, pues el soldado cuidador sólo les habla en vasco”. Apareció en esos momentos el interfecto y al ver el lío organizado, gritó: “etorri onea”. Salieron todos los animales de sus cochiqueras, madrigueras y parideras acudiendo, a la voz de ya, a rodear a quien consideraban su dueño y señor. En voz baja, dictó aquel nuevas instrucciones; ante el asombro de propios y extraños comenzó a cantar, a pleno pulmón, el himno de la Real Sociedad: “aurrera mutilak, aurrera Gipuzkoa, aurrera txuri urdinak….” rápidamente, los animales se colocaron cada uno en su lugar, esperando ser revistados. Una sonrisa se dibujó en los labios del Comandante General y felicitó al apurado coronel. Quince días después nos concedieron la primera estrella Michelín.

*Necua: carnet de identidad de Marruecos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario