miércoles, 11 de julio de 2012

La porra de los ministros.


dromegalos dijo:
Amigos, les dejo una fábula…
“La porra de los ministros”
Una nueva medida revolucionaria. 
Esa era la escueta filtración de barra de bar que todos los ministros habían catado el lunes, y les había dejado intranquilos la noche de jueves previa al consejo. En otras ocasiones se había hablado de medidas drásticas, necesarias e incluso dolorosas. Pero revolucionarias, jamás. Y para dar solvencia a la rumorología, presidirían la reunión el Rey de Bastos, el Príncipe de Bel Air y el ex-máximo mandatario de la ONU, Kafé Annan. 
Todos ellos esperaban nerviosos a que el bedel abriera la puerta del gran salón. La risa floja sustituía a la común charla sobre el tiempo y los progresos de los niños en las clases de paddle. Ellas asomaban una voz más chirriante de lo habitual, y ellos no podían disimular sus ojeras. La expectación se había tornado en una porra el miércoles anterior en la cafetería del congreso, el mismo día del tajo a la extra de Navidad de los funcionarios y el sorprendente crecimiento del IVA. Montouro y de Guindillas, más pesimistas de lo habitual, apostaron por un aumento de las horas de trabajo de los cargos públicos a 25 semanales, y no podían ocultar su temor. En cualquier caso, esas 17 horas suplementarias habría que aderezarlas con alguna dieta que hiciera la tortura más llevadera, que para eso soportaban el peso de la nación sobre sus doloridos hombros. El titular de Justicia, Ruiz-Campeador, no consideraba ético ni probable tal medida, y su opción en el juego había sido una nueva tasa de basuras que gravara la búsqueda de comida en los contenedores de las grandes capitales. Otros como el ministro Segovia, pensaban en sus soldados pagando de su bolsillo las noches de imaginaria a precio de hotel de 3 estrellas, y ya elucubraba una compensación para sus pupilos en términos de doble ración de patatas con carne uno de cada dos viernes, que a vientre contento no hay que temerlo. Arias Birra solo pensaba en los precios al alza del consomé con verdejo y los torreznos de cada mañana si finalmente se consumaba la anunciada subida del IVA también en los aledaños del hemiciclo, pero se consolaba pensando que al menos ganaría la porra si finalmente la esperada medida era otra subida hasta un 50% de la tasa en productos no básicos como el gas, el agua o la luz. Tan solo por miedo a esto último, la ministra Dúchez abogó por un nuevo impuesto a colectivos de profesores o médicos. Solo imaginar la factura de Iberdrola para hacerse las planchas en el pelo cada mañana la estremecía, y los huecos en el planning de la peluquería subvencionada del Congreso estaban copados por la Vicepresidenta Santamarina. Esta última tenía vetada la participación en la porra por su cercanía con el gran Brajoy, aunque esta vez no tenía la menor idea de por donde saldría su mentor. Su amiga de solarium Ana Killer, sospechaba que la intención del jefe era modificar la composición de los fármacos sufragados por el erario público para que solo pudieran ser administrados por vía rectal. Pese a ser una opción atractiva, los metafóricos supositorios semanales que recibían los españolitos de a pie podrían, por la vía de la dilatación, haber allanado de antemano el camino, de tal suerte que la gente no tuviera reparo en seguir medicándose como si no estuvieran sanos. Ajeno a estas tribulaciones, la cabeza pensante de Interior sólo rezaba porque fuera cual fuese la decisión de su presidente, la más que probable nueva vuelta de tuerca no afectara a naciones consolidadas históricamente como el País Vasco. La frase no era suya, pero le sonó tan bien en boca del gigante de Amaiur que, sólo con imaginar contrariarlo y que peligrara su ansiada paz a cualquier precio, le hacía sudar frío. Para el estudiantil West las intenciones del míster irían por la senda de aumentar la Administración en un nuevo escalón, que podría llamarse el de las subcomunidades autónomas. Aunque incrementara el número de cargos públicos, estos serían de la propia casa, dado el reparto de poder de mayo de 2011, y a su vez permitiría crear alguna nueva tasa por pertenencia a un subestado. El ministro Magallo y Ébano había enviado su apuesta por e-mail desde su butacón de Business Class, en su vuelta a Ciudad Real desde Castellón, saldando así su deuda con Ana Perdiguero inaugurando nuevos espacios aéreos que dieran contenido a su olvidado ministerio. El de Exteriores no quería ni pensar en una hipotética imposición a los visitantes de países amigos y altos cargos de las 17 comunidades autónomas de viajar en clase turista Ryanair a precio de aerolínea saudita, pero siempre podría pactarse una exención para estos últimos así que nadie levantara la voz más que el resto.
En estas memorias estaban sus excelentísimos entretenidos, cuando finalmente se abrió la cancela y la brillante mesa de roble y las cortinas de paño verde les dieron la bienvenida. La sorpresa del grupo fue  mayúscula, pues en lugar de las esperadas jarras de acero con café humeante, se encontraron con viandas dignas de un secretario general de organización sindical. Arias Birrete miraba las nécoras extasiado, mientras Ana suspiraba porque esto se repitiera tras el verano, sin operación bikini de por medio. Los ramilletes de percebes simulaban paraísos de coral, y los langostinos apenas dejaban entrever los bigotes de langostas y bogavantes vestidos de rojo brillante. Santamarina se sonrojó, pero pensó con cierta razón, que si los consejeros y el presidente de cada uno de los 17 reinos que rendían pleitesía a ese gobierno lo hacían semana sí semana también, ellos no tenían porqué ser menos. En menos de treinta segundos, los catorce magníficos tomaron asiento tras sus iPad y carteras de cuero de Louis Vuitton. Si ya es difícil comerse la última aceituna tapeando, más aun lo era marcar el inicio del festín para gente tan educada, y sin la presencia del jefe supremo. 
Aquél no se hizo de rogar. Circundado por los excelsos Rey, Príncipe y Kafé, avanzó por el flanco derecho de la mesa. Su barba recortada a la perfección trataba sin éxito de ocultar un rictus de nerviosismo en la boca, y sus ojos vizqueaban de forma más acusada de lo habitual, haciendo que todos los ministros pensaran para sus adentros un evangélico “¿seré yo, maestro?” en referencia al inicio del banquete. 
Nada de eso. Apoyando las manos sobre la mesa, con los gemelos de oro sonando sobre la pulida madera, tomó aire, carraspeó dos veces antes de decir: 
NOTA DEL AUTOR: en este punto me encantaría escribir que decidió cerrar las 17 sucursales de España y sus fiestas “todo incluido” para los miles de políticos comemierda de medio pelo de nuestra geografía, suprimir las subvenciones para partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales, anular prebendas para equipos de fútbol y defraudadores, bajar el IVA y el IRPF, derribar trabas para la creación de empresas y finalmente, dimitir pidiendo perdón por haber mentido y saberlo desde antes de ser elegido presidente. 
Pero no tengo tanta imaginación. Y mi hipotético personaje tampoco. Así que les dejo final libre, para su deleite. 

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