Mi
abuelo también fue picador.
En los últimos años de su vida
nos contó a los nietos que su cuadrilla la formaban diez miembros -porque todos
eran hombres-, y el maestro Antoñito “el Cojo”-que también era hombre, pero le
llamaban maestro porque había “estudiao”.
Tenían que estar muy bien
organizados; ya que ir de plaza en plaza por esos pueblos de Dios –y de Franco
en aquella época- necesitaba de una buena planificación. No era fácil realizar
el traslado, el alojamiento y la comida de once personas si no se llevaba bien
“planificao”.
El tema de la comida les traía
a mal traer. Se encargaba de esa labor “Rafaliyo”. Él tenía que preparar todo
lo relacionado a la manutención de la cuadrilla cuando salían de temporada,
pero como era muy tacaño y comía menos que un moro en pleno Ramadán, en vez de
hacer la temporada, hacían la dieta de la alcachofa.
El "apoderao" de “El Cojo” les
pidió una fotografía de toda la cuadrilla para poder presentarla en las
diferentes plazas para poder conseguir contratos.
Al
ser su primer nieto me dejó la foto como recuerdo. En ella aparecen “El Cojo”,
los dos picadores, los tres monosabios, los tres banderilleros, el “apoderao”,
dos mozos de espada y tres señoras que pasaban por allí; los dos caballos, los
capotes, las muletas, las banderillas y seis trajes de luces completan la
escena.
Por detrás, con la difícil caligrafía de mi abuelo: En el fotomatón, aun había sitio para dos más.
Guardo esa fotografía con mucho cariño, y siempre que escucho a Víctor Manuel me acuerdo de ella.
Si,
mi abuelo también fue picador.
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