Mi
abuelo también fue picador.
En los últimos años de su vida nos contó a los
nietos que él nunca había asistido a la presentación de un libro en su vida
¿Motivo? Mi abuelo no había leído un libro entero en su vida. Alguna vez había
hojeado el Libro de Familia, pero mas que nada por asegurarse de que a sus
hijos les habían inscrito correctamente con el nombre por él elegido, o por
confirmar que estaba realmente casado con mi abuela, ya que le parecía
imposible que los dos hubieran dicho “Si” el día de su boda. –Debe de ser el
único día que nos pusimos de acuerdo en toda una vida juntos – decía-.
Nos contó que una vez comenzó a leer uno, pero que lo dejó antes de terminar la
tercera página. Nos dijo que le era difícil seguir la trama de la historia ya
que tenía demasiados personajes. Era “La Guía Telefónica de
Cartagena”.
Mi abuelo no era de leer y mi abuela era más de revistas; tenía siempre encima
de la mesita del salón el “Semana”, cuando la cosa bien económicamente, o “El
Diez Minutos” cuando se realizaban recortes.
Mi abuelo también tenía revistas, pero las escondía encima del armario, debajo
del traje de picador que utilizó en su último toro. No dejaba que nadie tocara
aquel recuerdo, sobre todo a mi abuela.
Unos días antes de Navidad, nos quedamos los nietos solos en casa, y buscando
alguna pista sobre lo que nos iban a traer los Reyes Magos, descubrimos las
revistas de mi abuelo. Llegamos a tres conclusiones: una, que a mi abuelo le
gustaban las revistas con pocas letras y muchas fotografías; dos, que aquello
no era la carta para los Reyes Magos; y tres, que como las viera mi abuela…
Tenía, eso si, una enciclopedia en el mueble bar. Era verde, con los cantos
dorados y muy bien conservada, ya que aún no le había abierto el plástico
protector. Aunque le había costado cara , como por su compra le regalaron un
juego de cuchillos que no se desafilan -que duraron mes y medio-, un juego de
sábanas de franela -sin sábana bajera, pero de franela-, un jamón a la sal -con
chaira y todo- y cinco litros de aceite desflorado, lo dio por bien invertido.
¡Lo que decoraba la enciclopedia!
Cuando mi abuelo se jubiló comenzó a interesarse por la lectura. Una fotografía
lo muestra.
Al ser su primer nieto me dejó esa foto como
recuerdo. En ella aparece mi abuelo en la barra del “Bar bero”, con su vasito
de vino tinto de las doce del mediodía a su lado. Está absorto, con una sonrisa
en los labios y un hilillo de baba cayendo de ellos. Está leyendo la
contraportada del “As”.
La guardo con mucho cariño junto con otra
fotografía, que aunque no es de mi abuelo, la tengo mucho aprecio.
Ésta sí es de la presentación de un libro. En ella se puede ver en el centro al autor, y a ambos lados a algunos de mis amigos mostrando orgullosos el libro.
Detrás, con la difícil caligrafía del nieto mayor de mi abuelo: De izquierda a derecha: El tumbaollas, Yishuay, Belosticalle, Sursum Corda, Yapoco, Trampantojo, D. Patrón, Rostro Pálido, Pussy Cat, Lindo Gatito, Karlwind, D. Uno, Neo y Uomo. El Libro es “Lágrimas Socialdemócratas” de D. Santiago González:
Siempre que escucho a Víctor Manuel me acuerdo
de ambas fotografías.
Sí,
mi abuelo también fue picador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario