miércoles, 18 de julio de 2012

Las cosas debían de estar donde debían de estar.(2)


Mi abuelo también fue picador.
 Ya les he dicho que en los últimos años de su vida siempre nos contó a los nietos que odiaba el desorden. No podía soportar que las cosas no estuvieran en su sitio y perfectamente colocadas. Además, dicha colocación debía llevar un orden lógico. Las cosas debían de estar donde debían de estar.
Un ejemplo: Mi abuelo, junto con la colaboración dolorosa de mi abuela, tuvo ocho hijos (dolorosa no en el momento de la concepción, sino en el momento de abrirles la puerta al mundo). Sus nombres fueron: Acisclo, Baraquisio, Canuto, Desidonio , Epigmenio, Forjonio, Grepusculo y Hanestesio. Como se puede observar no solo los crucificó con los nombrecitos, sino que los ordenó alfabéticamente. Creo que quiso llegar a Zatasbrinto pero el paso del tiempo no dejó “el horno para bollos”, ni el bollo para hornos.
Otra cosa que incomodaba a mi abuelo era el tener que levantarse a cambiar de canal la televisión. Mientras solo emitía “ La primera cadena” no hubo problema; con la UHF ya se empezó a incomodar;  pero tras la llegada de los cientos de miles de canales estaba que bufaba. Mi padre le regaló por su cumpleaños una televisión nueva… ¡con mando a distancia!
Mi abuelo le buscó inmediatamente el sitio en el que tenía que estar.
Se puso tan contento que quiso inmortalizar la primera vez que se sentó a ver su televisión nueva con una fotografía.
Al ser su primer nieto me dejó la foto como recuerdo. En ella se ve a mi abuelo sentado en su sillón.  En la pared se ven, cruzadas en recuerdo de su profesión, una “pica” y una caña de pescar. Frente a él se ve el mueble-bar. En el lateral izquierdo el hueco de las botellas de licor: seis botellas de coñac y seis de anís (a mi abuelo le gustaba el “sol y sombra”; él picaba del mismo modo en cualquier lado de la plaza) . En el centro la televisión encendida; estaba viendo “Tendido Cero”. Sobre esta un torito negro con las banderillas rojo y gualda. Y al lado del torito, sobre la televisión y a dos metros de mi abuelo, estando donde debía de estar, el mando a distancia.
 Guardo esa fotografía con mucho cariño, y siempre que escucho a Víctor Manuel me acuerdo de ella.
Si, mi abuelo también fue picador.


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