domingo, 25 de agosto de 2013

Dª Viejecita.

Neo... dice:
Como estamos en compás de espera.
Aquella tipa no me cayó bien desde el principio.
La primera vez que la vi fue en el área de servicio de Pancorbo. Concretamente, en el servicio del área de servicio. Y para ser más exacto, en el servicio de caballeros del servicio del área de servicio.
Me encontraba yo castigado contra la pared dejando hueco para la ingesta líquida de otras doce o trece Sanmigueles catorce-catorce (que cero-cero, ni me va ni me viene, aparte de no gustarme) cuando entró gritando: ¡Que me meoooooo! ¡Que me meoooooo!
Como los tres cagaderos estaban ocupados en aquellos momentos por la Orquesta Sinfónica de viento y percusión de Aldeaquemada, se dirigió al único cubículo miccionario que quedaba libre: el de niños; que justo quedaba situado a mi derecha, según se entraba por la puerta. Ni corta ni perezosa, se subió la larga falda, se bajó unas bragas XXL y allí se aposentó cual cigüeña incubando. Yo la miraba extrañado… y estreñido, ya que el chorro cervecero se cortó de inmediato. Ella me dirigió una sonrisa, y comenzaron a correr las fuentes de La granja de Segovia.
Gran fotografía era aquella, digna de las de mi abuelo el picador. Un tío de espaldas contra la pared y la gallina Caponata con cara de éxtasis.
Las fuentes corrieron durante más de tres minutos y eran de tal intensidad que me llegué a plantear salir corriendo, con la pilila fuera, ante el peligro inminente de inundación.
De repente se hizo el silencio, tanto a mi derecha, como entre los integrantes de la Orquesta.
Caponata me preguntó: ¿Tienes un “clines”?
-No, solo un pañuelo de seda- le contesté, mostrándoselo.
Lo cogió rápidamente y lo hizo desaparecer bajo la larga falda. Me lo devolvió con un: Gracias.
Se levantó, se subió las bragas y me tendió la mano; la misma con la que había cogido el pañuelo.
-Encantada de conocerle señor…
-Neo, mis amigos me llaman Neo.
-Pues, encantada de conocerle señor Neo. Ha sido un placer.
-El placer ha sido mío Señora…
- Viejecita, mis amigos me llaman Viejecita.
Y salió. Aún guardo, sin lavar, aquel pañuelo como recuerdo.
He vuelto a encontrármela otras veces, ya les iré contando.
No, aquella tipa no me cayó bien desde el principio.
Dª Viejecita, a cascála.

1 comentario:

  1. Pues me vuelve a hacer muchísima gracia.

    Aunque yo lleve siempre un par de pañuelos blancos limpios de hilo en el bolso, y paquetitos de kleenex para ofrecer, y un botecito de líquido para lavarse las manos... ( y una linterna, y un destornillador, y un spray limpiacristales, ) , y por eso necesite unos bolsos tan grandes, que me los tienen que hacer a medida ...

    Estos días últimos estoy disfrutando , a base de releer textos que me encantan, sin necesidad de tenerlos que buscar trabajosamente.

    Muchas Gracias

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