domingo, 25 de agosto de 2013

El capitán Alatriste.

Neo... dice:
-Ave maría purísima.
-Sin pecado concebida.
-Dime, hijo, tus pecados.
-No me llame hijo, Padre. Llámeme Capitán.
-Ya empezamos… Mira chaval, te llamaré como me de la gana, y si no te gusta dos manzanas más abajo está la parroquia del Buen Castor, que allí ni padre ni leches, con cuarenta euros tienes perdón para tres meses. Y ahora, si tiene a bien mi capitán, podría decirme algún pecadillo. Que digo yo que habrás venido a eso ¿no?
-Verá, padre, es que he abierto mis salones.
-¿Salones? ¿Tú que eres… capitán o madanme de putiferios?
-No, Padre, yo ni capitán ni de lo otro: yo soy peluquero.
-¿Peluquero?
-Sí, arreglo pelucos.
-Entonces, eres relojero.
- ¡Y gemólogo!
-¿Y eso que leches es?
-Entendido en joyas.
-¡Anda, como yo! Porque no veas lo bien que me entiendo con las “joyitas” que pasan por aquí. Bueno, estábamos con el tema de los salones. Especifica un poco más.
-Mire, Padre. Los salones se encuentran en una sociedad gastronómica en Vitoria y los he ofrecido para celebrar un homenaje.
- ¿Homenaje… ? No me extraña, si es gastronómica menudo homenaje que os vais a pegar. Seguro que la gula pululara como Paco por el Valle de los Caidos.
-No, Padre, la comida es una excusa. Lo importante es que el homenajeado reciba el cariño y el apoyo de los presentes… y también el de los ausentes.
-¿Ausentes? ¿Es que os vais después de funeral?
-No, es que muchos de sus amigos no podrán asistir al evento y de alguna manera también ellos quieren mostrarle su apoyo.
-Joer, que amigos tiene el finad.. digo el homenajeado.
-Además está organizado por D. Santiago González.¿Le conoce?
-¿A Santi? ¡Si lo tengo aquí todos los días! Espera, entiéndeme bien, él no cree en Dios ni viene a confesarse, pero como le pilla de camino me trae una chapata todos los días¡Y me la cobra!
- Pues, ese es el pecado.
-Mire mi capitán, eso no es un pecado. El reunirse con buenos amigos es una buena obra. Y aunque en la reunión se coma, tampoco tiene importancia, siempre y cuando no os comáis treinta croquetas del “Tumba” por barba.
-¿Conoce usted al Tumbaollas?
-¿Que si lo conozco? ¿No has visto el cartelito encima del confesionario?
-¡Ostras! Father Sotomayor. Entonces usted… usted es su hermano.
-Si, hijo, sí. Ya sabes, en cada familia siempre hay una oveja modorra.
- Bueno, pues si no es pecado, me marcho.
-¿Cómo que te marchas? No, hijo, no. Las reuniones gastronómicas no son pecado, pero el haberme manchado todo el pasillo central con el barro de la mierda de la bicicleta es capital, mortal y casi casi de condenación eterna. Que digo yo que podrías haberla dejado fuera ¿no?
-¿Entonces?
-Entonces, de penitencia, vas a rezar un padre nuestro en la cima del Angliru tras subirlo en bicicleta.
-¿Uno solo?.
-Sí, uno solo cada vez que subas… pero como vas a subir cien veces….
Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti… y recuerdos a Santi.

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