domingo, 25 de agosto de 2013

Pidiendo pá.

Neo... dice:
Aquel tipo no me cayó bien desde el principio.
Entró en la panadería mientras yo buscaba en los “Otros”. “Otros” es la sección, dentro de la panadería, donde se encuentran los productos que, aunque no tienen nada que ver con la harina o la levadura, son indispensables para la vida del hombre: el vino, la cerveza, el whisky… ya que no solo de pan vive el hombre.
Esperó pacientemente a que fuera atendido un señor mayor, que por las pintas que tenía, con la chapela a medio lao, la cabesa prominente y la mano derecha más grande que la otra, debía de ser oriundo de Cuenca. El de las casascolganteslari pidió media barra de media cocción, ya que según explicó era medio pensionista.

-¿Cuánto es? –le preguntó a la dependienta.

- Cuarenta céntimos – le dijo esta, mientras le alargaba la media barra de pan con una media sonrisa. Y salió de la panadería dejando frente al mostrador
El de Cuenca pagó y salió dejando frente al mostrador al tipo que no me cayó bien desde el principio. Yo, mientras tanto, dudaba en la estantería entre un terabrick de D. Simón o una botella de “Balantains”. Elegí esta última, ya que me pareció más adecuado comprar en una panadería algo de malta que algo de uva. Que digo yo que en Malta se hará pan también ¿no?
-Bon día –saludó.
Tengo que reconocer que educado, por lo menos era, aunque había algo en su forma de hablar como que… no pronunciaba bien.
-Buenos días –le respondió la dependienta -¿Qué desea?- Yo, como si no le había escuchado.
-Voldria un pa pagès de cocció lenta i cuit en forn de llenya.
-Perdone, señor ¿Me podría repetir? Es que no he entendido lo que me ha pedido.
-Voldria un pa pagès de cocció lenta i cuit en forn de llenya. –repitió lentamente-.La chica se dirigió a mí con gesto de preocupación.
-¿Podría ayudarme, por favor?¿Es que no comprendo a este señor?
Me dirigí al mostrador y, aunque no fuera de mi agrado, le pregunté con educación:
- ¿Parle vu fransé?
-¡Ni fransé, ni collons, estic parlant en català!
-¿Inglis?
-¡En catalá!
-¿Italiano?

El tipo pareció enfurecerse ante mis preguntas y con un gesto despectivo se volvió y se cuadró ante el mostrador .
-Aquí m’atén en català o no compra ni Déu. – Y allí se quedó parado.
Por mas que intenté que el “chorbo” me dejara pagar mis compras fue imposible. Y en esa situación estábamos cuando entró por la puerta un grupo de señoras, ya entraditas en años… y en carnes, provenientes, según me informé después, de un viaje del Inserso que había realizado una parada para comprar pan, ya que tenían previsto realizar la sopa de ajo más grande del mundo en la Vigesimoquinta Feria Internacional Rural de los Valles Mineros del Desierto de Los Monegros.
El tipo permaneció impasible ante aquel aluvión de años… y kilos, y no dejaba que nadie pidiera nada a la panadera.
Intenté explicarles la situación, pero allí no había forma de entenderse. El andoba gritando desaforado mientras impedía que las señoras se acercaran a las barras de pan y las “fósiles” empujando y chillando. Decidí apartarme y me convertí en un mero observador. El tipo me cayó mal, pero aquello prometía.
El primer bolsazo se lo llevó en toda la cabeza, el segundo en un hombro; la patada en la entrepierna vino después, y los arañazos, guantazos y empujones remataron la faena.
Las Insersas arramblaron con todo el pan de la tahona, pagaron escrupulosamente y salieron de la misma.

-Agur -me dijeron al despedirse.

-Agur- les dije yo… por si acaso.
Ayudé a aquel tipo a levantarse, que uno es como es, pero a veces hay que actuar como buen samaritano. La dependienta acudió con un paño mojado y le limpió las heridas.
Le acompañé hasta el ambulatorio más cercano y lo dejé en urgencias.
-Muchas gracias -me dijo mientras se alejaba apoyado en un celador que acudió enseguida al ver el lamentable estado del interfecto.
Si hubieras empezado hablando así, no habríamos llegado a esto. – le dije. Por cierto: el pan pagés de cocción lenta en horno de leña que hacen en la panadería es cojonudo.
Me dí la vuelta. En mi mano derecha aún se encontraba la botella de “Balantains” que no había pagado. Observé a lo lejos la panadería y pensé: los buenos samaritanos reciben siempre su premio. Y tomé la dirección contraria.
No, aquel tipo no me cayó bien desde el principio.
…. a cascála.

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