miércoles, 21 de agosto de 2013

Los tumbaneos ( VI )

Los TumbaNeos dice:
José se lo contó a su padre Jacob y a sus hermanos, y su padre le reprendió y le dijo: «¿Qué sueño es ése que has tenido? …
Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre reflexionaba.
Génesis 37, 10 -11
Invidio era un demonio distinto al resto. No es que fuera de la otra acera, con sus alitas blancas, el tutú y el arquito, no, la sutileza de su cometido le hacía diferente. El producto con el que él comerciaba era menos visible, menos aparatoso y tangible: era fino y delicado y a veces laborioso.
El Ceo le invitó a comenzar su intervención. Invidio levantó la cabeza, miró uno a uno a sus compañeros de empresa y sonriendo dijo: seré breve, como Luigi.
Habló de que lleva triunfando en su negociado desde Caín y el lila de Abelito. Les dijo que se apoyaba en sus colegas: la pereza de Acedio la transformaba en envidias; la avaricia de Philargurio en campo de comparaciones odiosas. De la lujuria de Porneio… ¿Qué decir? Que si las tiene caídas, que si la tiene pequeña, que si cinco sin sacarla… ¿Para qué seguir?
Hasta nuestro querido Satanás siente envidia del hippy, soltó Porneio de pronto sin levantar la mirada. El Ceo abrió las manos y de las uñas le salieron dos serpientes; una devoró a la otra y la otra devoró a la una.
En el Lobby, mientras tanto, ocho atontaos disfrazados de nazarenos sado-maso son recibidos por nuestra Susi que se mostraba pechugona. Iban a una despedida de soltero y al momento los demonios ocuparon sus corazones. La Susi, desatada, se arrancó los botones de la camisa y acompañó al grupo a la cocina. Tras abrir varias botellas de cava caro y naked sushi para todos, las pulsiones demoníacas se impusieron y la reunión se transformó en una trifulca tal que los ocho se pegaban entre sí, la freganchina con la Susi y ésta con todos. El cocinero cansado se hizo la merienda. Acedio sonrió.
En la sala de reuniones la cosa pintaba parecido. Orgé deseaba tenerla tan larga como Gastrimargio… la cola trasera de los demonios y la otra. Philargurio anhelaba el hermoso pelo cardado de Superbio ya que al ser calvo frailuco se gastaba el sueldo en filomatis. Éste a su vez también suspiró por tener el carácter de Orgé… y lo de delante. Acedio no quiso nada ya que, aunque con los ojos abiertos, estaba echándose una siestecita. Porneio, bien armado de ambas colas, pensaba en lo bien que le sentaría el nuevo wonderbrá atigrado de Susi “la cachonda”. Un día se armaría de valor y pediría a Satán unos días de baja para hacerse un cambio de sexo. Quizá se llamaría Dolores.
Satán se llevó las manos a la cabeza y, escarbando calma, le reprochó a Invidio la comunión entre los nacionalistas de pistola y los de corbata. Éste le tranquilizó diciendo que él trabaja desde tiempo inmemorial y con gran éxito, en la “comunión” entre vizcaínos, guipuchis y patateros… que se les ve de lo más unidos. Satanás sonrió por primera vez.

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