miércoles, 21 de agosto de 2013

Los tumbaneos ( VII )

Los TumbaNeos dice:
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad
Eclesiastés 1.2
Superbio estaba enfadado por no haber sido él el encargado de abrir o de clausurar el concilio. Comenzar su exposición detrás del envidioso y delante del avaricioso le pareció una ofensa del Patrón del todo intolerable. Lo más enojoso era que no había nada que hacer: donde manda Patrón, ni te cases ni te embarques. Habló Superbio, con su engolado tono, de la vanidad de los humanos que se creían el centro del Universo: los hijos no respetan a los padres, los padres no respetan a los ancianos y los ancianos no respetan… a las ancianas. En su arrogancia han cometido su más grande error: no creen en nada. -Bueno es para nosotros que no crean en sus diosecitos, pero he conseguido que ya ni crean en ellos ni en nosotros. Y cómo no nos temen, ya que dudan de nuestra existencia, nos permiten todas las diabluras que cometemos-. Sin mi influencia nada habríais conseguido vosotros, mis mediocres colegas. -¡Jo! Qué bien habla- dijo Invidio. Orgé se soltó con un: puto melenas engreído.
Dos calles más abajo una ancianita se acercó a un municipal para preguntar por el hotel y éste le contestó que tenía cosas más importantes que hacer que preocuparse por nimiedades. -Ahí delante lo tiene- la informó al fin de mal café. La ancianita entró en el hotel y preguntó a Susi por el cocinero. Susi, molesta, le dijo que quién coño era ella para molestar al chef. La ancianita, casi sin voz, le aclaró que era su madre y que le traía unos chorizos y unos pimientos de Haro. Pensando en las viandas, la de Toro acompañó a la señora.
-¿Pero qué haces tú aquí?- gritó el hijo al verla. Soy un Executive Chef y no me pueden ver con una paleta como tú.
-¿Exe qué? -dijo la madre. Yo pensaba que eras cocinero. ¿En qué líos te has metido, hijo?
En ese punto nuestra Susi ya estaba cortando el chorizo y el director buscaba pan; la freganchina fue a por cava caro.
-Pero bueno, madre ¿Cómo se te ocurre venir? Deja los choris y sal de aquí que me comprometes -decía nervioso el exe qué.
La madre, humillada, abandonó el hotel con lágrimas en los ojos. En la puerta intentó coger un taxi pero el taxista le negó la carrera porque le pareció poca cosa para su coche y además olía a chorizo. La viejecita (que no doña Viejecita) se fue caminando calle abajo pidiendo a la Virgen de la Vega por su hijo.
Superbio seguía con su bien construido discurso cuando fue interrumpido por Satanás. -¡Una mujer se os ha escapado del hotel rezando!- gruñó. -Maldita virgencita jarrera -añadió Orgé. -La muy…tiene un gran poder -soltó Invidio. -No os preocupéis -les calmó Superbio- La he dejado escapar, es sólo una vieja inofensiva, sigamos.
La reunión continuó como solía: todos discutiendo y hablando mal uno del otro. Acedio se llevó dos collejas más y Satanás se volvió a llevar las manos a la cabeza.

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