sábado, 3 de agosto de 2013

Damián, el tuerto.

Neo... dice:
Mi amigo Damián es tuerto. El tuerto no nace, le hacen.
Damián es el quinto de siete hermanos; todos varones y a cada cual más “pieza”. Le llamamos cariñosamente “el ojo granizo”, aunque él no ve -sobre todo por el lado izquierdo; ya que es tuerto del derecho- el cariño por ningún lado; y eso que se esfuerza el hombre.
Su “tuertura” le viene de familia; ya que fue el tercero de los siete hermanos el causante de la perdida total de la visión en el ojo derecho.
-¡Cosas de chavales! -decía su padre- cuando contaba la “anécdota” de que se enteró del suceso cuando se le cayó a Damián la retina y el cristalino en el plato de sopa mientras cenaba toda la familia. -Es que el chaval tenía miedo de que le echara la bronca y se había tapado el ojo con el flequillo.
La culpa la tuvo Internet. Más bien: la falta de internet. A finales de los setenta lo más parecido a la red era Radio Nacional de España, el Nodo y el radiocassete. Los niños teníamos deberes, pero gilipoyas era el que los hacía; y nuestras actividades extraescolares eran coger un bocata de fuagras, el balón y a la puta calle. ¡Y qué juego dio que ampliaran el barrio construyendo un edificio de seis plantas cruzando la calle!
Allí estábamos todos los chicos del barrio – bueno, todos no, que el gilipoyas estaba haciendo deberes; creo que terminó siendo político, o algo parecido ( qué desperdicio de tiempo parar terminar no haciendo nada provechoso)-. Aquella tarde jugábamos a “Bonanza”. Unos eran los malos y otros eramos la familia Cartwright. Y como eramos “probes” utilizábamos tirachinas.
Damián tuvo mala suerte: le tocó de vigilante.
Estábamos esperando todos armados, con nuestras piedras bien colocadas en la badana, la llegada del enemigo tras un muro ladrillero. Unos pasos se oyeron al otro lado. Damián, diligente él, asomó el ojo por un agujero que había en la pared. Su hermano le estaba esperando a “portagayola” y no dudó en disparar su tirachinas. ¡Qué puntería tuvo el tío!
Damián ya se ha acostumbrado a ser tuerto y está contento, ya que, aunque el tuerto no nace, sino que le hacen, el ser birojo viene de fábrica. Y Damían era birojo de nacimiento.
Su hermano lo dejó tuerto, pero ya no es birojo.
Ahora eso sí, siempre mira con el ojo izquierdo… pero siempre a la derecha.

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