domingo, 25 de agosto de 2013

Jonan Fernández.

Penalty y Expulsión dice:
Bueno, que se ponen ustedes pelmas. Pues miren:
Juan Andrés de soltero, Jonan Fernández después, emparentó gozosamente con el PNV a través de su chica, aunque él era más de ETA. Descubrió el poder por aquella vía, ya que siendo concejal de HB convivía con su esposa en la planta alta de la Casa Consistorial de Tolosa, cuando un familiar de ella era alcalde.
¡Menudo chollo!, pensarán ustedes.
(él también)
Y ahí vio la solución a su vida porque, aquí entre nosotros, no se le conocía preparación profesional alguna ni la encontrarán ni en el guguel.
En estas estaba, cuando le llegó la inspiración de crear la Coordinadora Anti-Autovía, a la que se unieron entusiásticamente los hachebitas, ekologistas, sindikatos del rollo y hasta un catedrático de la Universidad del País Vasco, un tal Allende, que vilipendiaban un día sí y al otro también el proyecto unánimemente apoyado por todos los órganos legislativos forales y autonómicos (parlamentos y ejecutivos) del País Vasco y de Navarra. Tan es así que provocaron que, históricamente, se celebrase la única sesión conjunta de las Juntas Generales de Guipúzcoa y del Parlamento de Navarra. Eso sí, en contra de ETA y de Jonan y su socio Víctpr Ayerdi. Todos estos organismos populoekologistas y el citado y pelma catedrático callaron cuando el siguiente gobierno pactó con los votos de PNV-PSE/PSOE-HB una alternativa peor ekológikamente, pero era otro proyecto y, por tanto, se daba la victoria a ETA. Akí pusimos la primera piedra de todas estas coyunturas, coyundas y experimentos sin gaseosa, pero con amonal.
Luego le cambiaron de nombre al negocio porque el “Anti-Autovía” pensaron que era negativista y le pusieron Coordinadora Lurraldea.
Jonan era el portavoz embustero permanente. Cierto es que los Medios de Comunicación le seguían como ovejitas y daban todas sus primicias sin cuestionarlas ni contrastarlas. Un día anunciaba el cese próximo del Director General de Medio Ambiente de la Unión Europea por apoyar la autovía y al siguiente la próxima ocurrencia. No se lo creerán, pero funcionaba. Todos sabían de quién era portavoz y la cosa vendía.
Cuando ETA, después de la labor de zapa de Juan Andrés Fernández, se sumó al “movimiento popular vasco en contra de la autovía”, como siempre dirigido por sus satélites, la Diputación Foral de Guipúzcoa contrató a mi empresa como responsable de comunicación para desmantelar aquella situación. Acepté, sabiendo la que me vendría encima de coste personal, que me vino y con creces, aunque no me dieron, afortunadamente, como a otros, en la nuca o en los bajos (del coche). Tuve ángeles de la guarda que se agachaban cada vez, antes de transportarme, para evitarme otro tránsito más eterno.
Escribí un artículo en El Diario Vasco: “Yo os acuso, HB”, luego reproducido por varios diarios de Vocento y Diario de Navarra (por cierto, sin cobrar de ninguno). Ponía de manifiesto las contradicciones de ETA-HB. Siendo nacionalistas radicales exigían un referéndum en Guipúzcoa, pero no en Navarra. Informaba de que el mosén Arrizibita, el tótem religioso de la izquierda abertzale, había sido ostiado por sus cristianos en el pueblo navarro en el que ejercía por oponerse activamente a la autovía y, además, los vecinos le habían amenazado de muerte: “O pasa la autovía por aquí o te matamos”. Lejos de ofrecer la cristiana otra mejilla, optó por abandonar la casa parroquial en la que residía y emigrar a otro pueblo en el que le quisieran menos.
Con estas contradicciones, difundidas en los medios regionales de mayor tirada, Juanan escribió una sentida carta al director de Egin en la que denunciaba haber recibido por vía postal amenazas a las que acompañaban copias de mi artículo. No lo denunció ante la Ertzaintza, a pesar de ser víctima de su terrorismo.
Luego vino Elkarri, creada con su mismo socio. Se había acabado el chollo de la autovía. Elkarri promovía un movimiento mediador popular. Esto es, usted firma para que nosotros le representemos y ya queda nombrado mediador. A más firmas, más mediadores, que gestionaban Juan Andrés y Víctor.
Pues hete aquí que también me tocó ser responsable de comunicación de, si me acuerdo bien, la II Conferencia Europea de Paz y Resolución de Conflictos, que -como siempre en estos casos- se celebró en el Palacio de Ayete de San Sebastián. A Juan Andrés ya le había concedido aquel Gobierno Vasco, entre otras prebendas, el juego del “Raspa y Gana” en estancos, bares y perfumerías, en detrimento de otros menos discapacitados que lo tenían solicitado. Al congreso acudieron muchos expertos, europeos y americanos, pero la organización tuvo la mala baba de invitar al final a nuestro Fernández para explicar lo suyo.
Fue apoteósico. Después de salir del palacio vi a expertos internacionales llorar. De risa, comentándolo. Fernández creía que uno puede intermediar entre dos partes con muchas firmas, aunque ninguna de las partes te admitiera como mediador. La dictadura de la mediación.
Como diría don Neo, sí, yo también fui mediador y pacificador.

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