miércoles, 7 de agosto de 2013

Un beso en el metro.

Neo... dice:
Yo era normal hasta que un tipo me beso en la puerta del metro. Fue un beso casto, de amigo, sin lengua ni nada; ni siquiera rozó sus labios con lo míos sino que los apoyó dulcemente sobre mi mejilla.
-¿Tienes una erección? – me preguntó al oído, mientras notaba su cuerpo pegado y llegaba a mí su aliento color San Miguel.
-No, es el tabaco – le respondí-
Permanecimos un rato callados mientras nuestros cuerpos, casi imperceptiblemente, se movían como si bailáramos a cámara lenta la Marcha Radetsky.
-Tú fumas puros ¿verdad? – me preguntó en un leve susurro sin separarse.
-Sí… ¿Cómo la sabes? – contesté yo con una especie de nudo en la garganta.
- Por el tamaño del paquete. ¿Me das uno?
Me separé hacia atrás buscando la caja de puritos que tenía en el bolsillo derecho de mi pantalón y juro que oí algo parecido a cuando despegas una ventosa de un cristal. Ese ruido fue lo que me salvó de caer en las garras de aquel demonio disfrazado de amigo. Saqué un puro y se lo ofrecí. Yo me puse otro en los labios.
-¿Quieres fuego? – le dije mientras buscaba el mechero en el otro bolsillo.
- No me hace falta. Estoy ardiendo -me contestó mientras sus ojos brillaban con el reflejo de los faros intermitentes de un Talbot Horizón que había aparcado en doble fila.
Accioné el encendedor y él acercó su puro. Con ambas manos resguardó la brisa que en aquello momentos soplaba proveniente de Santurce. Elevó sus ojos hacia los míos mientras aspiraba y una débil llamarada surgió de la punta del cigarro; en ellos pude ver lava ardiendo y gente gritando. De repente todo pasó.
- Bueno, nos vemos.
- Vale, te llamo.
Desde aquel día no he vuelto a ser el mismo. Tengo pesadillas y me levanto por la noche gritando: ¿Quieres fuego? He acudido al sicólogo pero me cuenta no se qué historias de frustraciones infantiles. Sé que anda preguntando por mí, y que habla del tiempo, del tiempo que hace que no nos vemos; pero como ustedes comprenderán quien evita la tentación evita el riesgo… y a su prima.
Un día de estos le tengo que llamar…

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