domingo, 4 de agosto de 2013

El cuaderno.

Neo... dice:
El cuaderno.
Era rubio, tenía bigote y viejo. Cuando una persona está casada ya es vieja para un niño de once años. Había que añadir a su vejez un detalle insignificante, pero importante a la vez, en el devenir de la vida de un niño: era maestro. Don Tomás se llamaba, y francés, lengua y pretecnología eran las asignaturas que impartía; pero, por lo que recibimos de él, más bien se podría decir que repartía.
¡Y vaya si repartió!
Hay que decir que el reparto no era equitativo entre los alumnos de quinto del colegio Daniel Pereda Ayo. Don Tomás hacía distinciones sexistas a la hora de soltar el brazo: a los chicos nos daba un guantazo y a las chicas les daba un “azotito” en el culo. Ese era el motivo por el que la mayoría de nosotros nos planteamos en aquella época nuestro futuro laboral deseando ser profesores de francés, lengua y pretecnología: nos íbamos a poner moraos a tocar culos de chicas. Fermín Cantillano, el cuarto de la lista, no quería ser profesor; el deseaba ser alumna para que le tocaran el culo. Treinta años después lo encontré por casualidad en el Cine Consa, al que acudí a ver “La Casa de Bernarda Alba” dentro de la semana de Teatro de Santurce. Bordó el papel de Poncia.
Don Tomás tenía un cuaderno. Todos los recuerdos de aquel maestro van acompañados de su cuaderno. Lo llevaba siempre con él, en su mano derecha. Cuando daba clase lo dejaba cuidadosamente sobre el esquina superior del lado derecho de la mesa del profesor y cuando se marchaba lo recogía con mimo y se lo llevaba. Muchas veces intentamos echar una hojeada a su contenido, pero por más que lo intentamos nos fue imposible.
Don Tomás marcó la vida de aquel curso y nos dio bastantes certezas. Muchos de nosotros descubrimos que las chicas tenían culo; muchas de ellas descubrieron que los chicos tenían manos y Fermín descubrió que le gustaba el teatro. Pero en todos nosotros quedó la duda de qué sería aquel cuaderno: ¿Un diario? ¿Poemas de amor? ¿Contabilidad B?
Buenos días.

1 comentario:

  1. A mi también don Tamas me dio clases de francés y de vez en cuando algún tirón de patillas, eso so hacía arriba que duele más.
    Me lo encontré hará unos 8 años en el centro comercial de Artea, seguía igual, pero no sé acordaba de mi.

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