sábado, 24 de agosto de 2013

La ducha de los animales.

Andoni dice:
Las fábulas parabólicas de Andoni.
En época de sequía los animales de la selva acudían a paliar su sed a la fuente de Mongabassi. Para evitar disputas se había colocado un dispensador de números a la entrada del oasis. De esta manera los animales solo tuvieron que preocuparse del acecho de los leones y no de los espabilados que se colaban a la hora de tomar el tan preciado elemento. La fuente tenía dos caños: uno grande por donde caían cálidas aguas termales destinado al aseo diario, ya que entre los “acudientes” no había ningún guarro; si acaso algún jabalí verrugoso, pero limpio donde los haya; y otro caño pequeño que surtía de fresca agua para el consumo “bebestible”.
Ni que decir tiene que ambos caños eran utilizados por igual, ya que no hay nada mejor tras un buen trago a “matased” que una ducha calentita.
Los animales de la selva no eran tontos. En riguroso orden, y siempre ojo avizor ante la posible aparición de algún felino hambriento, bebían hasta saciarse agua fresca y se aseaban concienzudamente con agua calentita.
Moraleja: Si solo vas a pegarte una ducha no hagas caso al cañete.

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