lunes, 5 de agosto de 2013

Las niñas ya no quieren ser princesas.

Neo... dice:
Las niñas ya no quieren ser princesas. Los niños ya no quieren ser policías.
En infancias anteriores soñábamos ; ahora también… pero de forma diferente. Sueños infantiles que nos llevaban a desear ser algo cuando nuestro pubis pasara de parecerse al calvo de la loteria a convertirse en “el Sevilla” de Mojinos Escocíos.
Ellas (puaj, que asco -pensábamos de aquellos seres con coletas a los que no les gustaba jugar al fútbol ni liarse a pedradas por un “quítame allá tú no eres de mi barrio”-) soñaban con ser princesas. Su mente las llevaba al momento en que, embutidas en una vestido de mil gasas flotantes que resaltaba su cintura de avispa y mostraba al terminar su delicado y fino cuello “dos tetas mu gordas”, encontraban postrado a sus pies a un príncipe azul, que de lo azul que era y la la altura en que se encontraba, más parecía un pitufo, que un aspirante regio.
Ellos (nosotros) suspirábamos por alcanzar la profesión de nuestro padre, que siempre era policía. ¡Cuantos ladrones detuvimos! -porque solo deteníamos ladrones; los acusados por violencia de género no habían pasado a engrosar la lista de detenibles-. Qué orgullo recibir medallas al valor y pasear por la calle y notar el calor, el cariño y el agradecimiento de todos tus vecinos.
Ahora es diferente. Nuestro infantes sueñan con ser otras cosas. ¡Cómo va a soñar una inocente chiquilla encontrar el amor de un Duque en-palma-do, o a uno con capa que lo sacan del Museo de Cera en carretilla. Cómo van a desear nuestro niños tener que agacharse todos los días para comprobar los bajos del coche, o mirar de reojo a cada vecino con el que te cruzas llevándote la mano a la sobaquera.
Ahora los sueños infantiles se dirigen a ser tesoreros de partidos políticos, ministros de fomento o de interior… o de lo que sea; presidentes de Gobierno, ministras de Igualdad u otros que se inventen; políticos varios, alcaldes, concejales de urbanismo…
Sí, los sueños infantiles han cambiado. El problema no es el cambio, sino los valores a los que aspiran. Hemos pasado de desear el ser útiles a la sociedad a ser “tó pa mí” y que los demás se jodan.
Es triste ver la talla, no solo política sino moral de nuestro representantes, elegidos por nosotros, eso sí.
El ministro puede pensar lo que ha dicho, y se puede estar de acuerdo o no (yo soy más de lo primero que de lo segundo), pero eso lo dices en tu ámbito cercano; como lo deberían hacer los que están en el lado contrario. Este País es así.

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